Punto de Fisión

La Europa de cera

La Europa de cera
Janez Jansa, en Kranj (Eslovenia) el pasado viernes. EFE/EPA/TOMI LOMBAR

No recuerdo quién dijo que si Asia era la reserva económica del mundo y Estados Unidos la tecnológica, Europa se había quedado para museo. De Sudamérica y de Centroamérica el tipo no decía nada, menos aún de África, que sigue siendo el corazón de las tinieblas, y en cuanto a Oriente Medio supongo que pensaba meterlo en la categoría de santabárbara. Tampoco especificaba qué clase de museo era Europa, de usos y costumbres, de ciencias naturales, de artes decorativas o un museo del jamón en sus diversas acepciones. Yo a Europa la veo más bien como un museo de cera, una de esas colecciones pintorescas ante cuyas figuras el visitante primero siente risa y luego miedo. Si alguna vez han visitado la página de Facebook que solicita la reapertura del Museo de Cera de Benidorm, ya saben a qué me refiero.

Los escultores de cera, y muy especialmente los de Benidorm, son unos incomprendidos. Por ejemplo, basta contemplar la foto de la figura dedicada a Ronald Reagan, con su boquita de piñón, sus pestañas fastuosas y sus cejas de oruga, para pensar inmediatamente en una tonadillera. Se le achacan al anónimo artista incompetencia, pereza o mala leche, sin comprender que la cera puede revelar el alma del personaje con más profundidad aun que el mármol y que Reagan, más allá de su frustrada carrera de actor en Hollywood, nunca abjuró de su alma de tonadillera. Lo cierto es que en la Europa de hoy día hay un montón de figuras de cera interpretando los principales roles que antes asumían estadistas de verdad, socialistas de pro y fascistas de pelo en el pecho.

Por ejemplo, acaba de llegar a la jefatura de la Unión Europea Janez Jansa, el primer ministro esloveno, uno de esos tipos en apariencia insignificantes pero que ya se ha hecho famoso por su homofobia, su postura anti-inmigración, su negacionismo del cambio climático y su escepticismo sobre la propia Unión Europea. Eslovenia constituye junto a Hungría y Polonia lo que ahora llaman el Eje del Mal europeo, una nomenclatura que remite no sólo al famoso Eje del Mal preconizado por Bush Jr. y Donald Rumsfeld sino también a las potencias fascistas del Eje, Alemania, Italia y Japón, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Es muy posible que Rumsfeld, fallecido la semana pasada, haya muerto del disgusto por la comparación o porque se ha enterado de que en cualquier momento iban a inaugurar una estatua suya en el Museo de Cera de Benidorm.

Cuando al dúo formado por Orban y Jansa se han unido Salvini, Le Pen y Abascal, está claro que el Eje se ha transformado en el Aserejé, la alianza folklórica con la que Forges bautizó la intervención de Aznar en la foto de las Azores. Se trata de defender a capa y espada una Europa racista, machista, homófoba y clerical, una Europa hecha de mierda más que de cera, y la noticia salta el mismo fin de semana en que matan a un chaval de una paliza supuestamente homófoba en A Coruña y en que agreden brutalmente a otro junto a la bandera del colectivo LGTIBQ+ en Terrassa. Tanto predican que la homosexualidad no debe salir del armario que acaban por ponerlo en práctica. Ya dije que los museos de cera primero dan risa y luego miedo.

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