De cara

La muerte consentida

El mundo de los rallies ni llora ni ríe, sólo se esconde. La indiferencia general ante la inseguridad de las pruebas y la temeridad de quienes se atreven a contemplarlo de cerca se llevó por delante este fin de semana otras dos vidas. Entre ellos, un niño de 14 años que se animó junto a otros tantos aficionados, sin que nadie se lo impidiera, a presenciar la carrera en peligrosos lugares prohibidos. En Pozoblanco (Córdoba), el primer mundo. Pero da lo mismo. No pasará nada. Nadie se inmuta. Ni las autoridades, ni la mayoría de los medios, ni el propio deporte. Los rallies seguirán coqueteando a sus anchas con la tragedia. En ningún otro escenario la muerte vive tan consentida.

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