De cara

Del santo Mou al vigente Del Bosque

Desde que Florentino convirtió los mensajes incendiarios de Mourinho en pensamiento institucional del Real Madrid, el entrenador portugués se ha vuelto contenido. Como su equipo, el caso es jugar a la contra. Ni siquiera ha pisado el charco por el que estos días chapotea partido en dos el madridismo a propósito de la insignia que Florentino pretende concederle furtivamente a Del Bosque y que el técnico ha decidido rechazar. Como respuesta al plantón, los integristas del presidente se han lanzado a remover con mala intención el pasado del técnico para deformarlo a peor. ¿Y? La verdad, aunque la perversa revisión del currículo del entrenador estuviera cargada de razón (que tampoco), cuesta encontrar la conexión con su negativa a ser impostadamente condecorado.

Y porque Mourinho se ha vuelto un santo, si no, a estas horas ya habría explotado. Y con razón. Porque al luso nadie le creyó en su día cuando dio su justificación de su celebración frente al banquillo del Villarreal. Y, sin embargo, el personal ha comprado a la primera la versión de Víctor Valdés sobre su fea dedicatoria tras el primer gol del Barça al Racing. Dos varas de medir.

Pero bueno, está tranquilo: su Madrid ya gana y golea. Aunque la estampa más generosa de Cristiano, su virtuosismo para el pase, le ha metido en un aprieto. Al calor de los goles que regala CR7, la calle se ha puesto a discutir: Higuaín o Benzema. Y a Mou no le gusta. Pero no tiene motivos para la queja. En cualquier otra parte le apretarían para que jugaran los dos delanteros juntos: ¿Por qué dos en el frente de ataque son muchos y dos en la zona de contención del centro del campo son pocos? Benzema por Lass y asunto resuelto. Pero no, a eso Mou no se anima.

Contra esas sentencias del conservadurismo de las que el preparador luso no se mueve, Guardiola lanzó el sábado un nuevo desafío. Un centro del campo sin contención: Thiago, Xavi e Iniesta. Y pese a las profecías catastrofistas, no ocurrió ninguna tragedia. Monólogo de balón y ningún apuro. ¿Alguien se atreve a copiarlo?

Garrido dice que sí. Y por eso proclama su militancia en ese bando del fútbol creativo y bien jugado. Pero sus alineaciones le sumergen en una contradicción. Y ante el City promete insistir: Marchena como centrocampista, rodeado de más medios de corte defensivo, compite con la leyenda de buen gusto que se ganó desde hace tiempo su Villarreal.

Y en la otra punta, entre las flores de siempre pero a ocho puntos ya de la cabeza, el Atlético sigue estancado. Demasiada inversión para tan poca exigencia. Se emborrachó del optimismo excesivo de los primeros piropos, pero no ha conseguido pasar de la buena pinta. No gana donde debe, no marca goles y ya ni juega. Mientras tanto, se confirman los temores que su prensa de cortesía se negaba a aceptar: Reyes se pierde y el entrenador no llega. Pero no pasa nada. El club, el técnico y los jugadores duermen tan tranquilos. Y así no se puede aspirar a ser grande.

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