De cara

Una zurda de precisión

En diez minutos, el Villarreal ya era un equipo cadáver. En diez minutos atroces del Madrid, el Villarreal no hizo otra cosa que pedir auxilio empotrado sobre su área. Y no por convicción, sino por obligación, empujado por la voracidad de un rival supersónico e imparable que presionó y atacó con todo. Balón en propiedad, ritmo febril, toque continuo, movimiento continuo, portería rival entre ceja y ceja. Un Madrid crecido que gustó y se gustó, que sobre todo asustó. Una apisonadora que dejó resuelto el partido nada más comenzar.

En esos diez minutos de ofensiva en tromba, de brillo general, sobresalió otra vez una pierna zurda exquisita y delgada. La izquierda que más envíos de gol ha ejecutado en lo que va de curso, la del fideo Di María. Le da igual que el nueve sea Higuaín o Benzema, que por el corazón del área irrumpa Cristiano, que el que asome por la zona sea Kaka. Di María encuentra a todos. Por alto y por bajo, a la espalda de los defensas o entre medias de ellos, incluso abriéndose un pasillo bajo las piernas del rival más cercano. Siempre de guardia en el mismo puesto de la banda derecha, perfilado de la misma manera sobre diez metros cuadrados convertidos en territorio conquistado. Siempre desde allí, memorizadas con precisión las distancias y calculadas hasta las correcciones que recomienda el viento, descose y descose pases letales. Ya ascienden a siete sus asistencias, unas veces de seda (como la que encargó el gol de Benzema) y otras más corrientes (la de Kaká). Y luego, si surge, también le pasa a la red.

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