Del consejo editorial

Taza y media

RAMÓN COTARELO

No se han apagado los ecos de las protestas por el primer paquete de ajustes y llega el segundo, tan duro como el primero. El Gobierno sigue vendiendo el Estado, dando facilidades a las pymes y facilitando la creación de empresas al tiempo que recorta más prestaciones sociales. Los 426 euros para los parados de larga duración han caído. Cierto que estaban en tiempo de prórroga pero su eliminación tiene un gran impacto simbólico. Es decir, el presidente sigue en la senda que marcan los mercados, los organismos financieros, la patronal española y la asamblea de grandes empresarios, reunida bajo su presidencia.

Esto le enajena más voluntades en amplios sectores sociales que ven que no cumple sus promesas de resolver la crisis sin tocar las prestaciones sociales. Es la realización de un anuncio hecho en su día: tomar las decisiones necesarias al precio que sea. Incluso, implícito estaba, el de perder las elecciones. Crecen las reclamaciones, también dentro del PSOE, de que se gire a una salida de izquierda de la crisis. Eso fue precisamente lo que el Gobierno intentó en un primer momento sólo para retroceder corriendo. Desde entonces, las alternativas de izquierda resultan muy problemáticas en el complicado escenario económico internacional y europeo. Y esto sin contar con que el carácter ideológico de las medidas económicas es variable. Tras el plan de choque de Cameron, sólo Rajoy en Occidente sigue diciendo que hay que bajar impuestos.

En estas condiciones, arrastrados por la vorágine de los mercados, quizá lo más sensato que pueda hacerse es, en efecto, avanzar con la corriente neoliberal y no torcer el rumbo o detenerse porque se corre riesgo de naufragio. Seguramente el Gobierno hace lo que puede, aunque puede poco, pues su política económica la dictan los mercados. Siendo esto así, hay que resignarse a lo que nos impongan. Pero, al menos, cabe pedir a los gobernantes un poco de mesura. Escuchar al presidente, imbuido de la idea de que debe trasmitir siempre optimismo, decir que en 2011 España será de los países que más crezcan, con su currículum como profeta, es preocupante.
Se entiende el cálculo presidencial: abrir en 2011 la posibilidad de revertir algo las políticas neoliberales y hacer un giro más social para llegar a 2012 con alguna perspectiva. No parece que los mercados vayan a permitírselo, pero tampoco es imposible.

Ramón Cotarelo es Catedrático de Ciencias Políticas

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