Del consejo editorial

Privatización de las universidades

 

ÓSCAR CELADOR

El Estado del bienestar europeo está en grave peligro, tal y como demuestran las continuas ofrendas y sacrificios que los países europeos están realizando ante el sagrado altar de la nueva religión que se ha instaurado en su sociedad, es decir, el recorte del déficit público, y sin el cual parece que no será posible salir de la profunda crisis en la que nos vemos inmersos. En este contexto, se han adoptando decisiones que están llamadas a tener gravísimas repercusiones en el modelo social, tal y como ilustra el proyecto de privatización encubierta del sistema universitario que ha propuesto el Gobierno británico, pese a que el partido liberal demócrata, que gobierna en coalición con los conservadores, prometió hace sólo seis meses que, si gobernaba, reduciría e incluso suprimiría a largo plazo las tasas universitarias.

El Gobierno británico ha propuesto reducir de forma drástica tanto los recursos y ayudas públicas para la investigación como la financiación pública que reciben las instituciones de educación superior y, lo que es más grave, que a partir de 2012 las universidades públicas puedan duplicar el precio de sus tasas –ya de por sí elevadas comparadas con las españolas– o incluso triplicarlas en determinados supuestos. El acceso a la educación universitaria ha simbolizado históricamente la lucha de clases que ha experimentado la sociedad inglesa, ya que la misma estuvo prohibida expresamente hasta bien entrado el siglo XIX en las principales universidades británicas para aquellos que no fueran anglicanos y tácitamente –por su precio– para las clases obreras hasta la segunda mitad del siglo XX. En el caso de que las Cámaras legislativas aprueben la propuesta del Gobierno, se habrá eliminado una de las principales instituciones del modelo social británico, ya que este se ha soportado tradicionalmente en un sistema educativo público, gratuito y de calidad, que permitía que cualquier británico, con independencia de sus recursos económicos, pudiera escolarizar a sus hijos desde la educación primaria hasta la finalización de sus estudios universitarios, de forma que su porvenir no dependiera de su origen o condición social.
Por todo ello, es muy doloroso asistir al enésimo acto en que la clase política europea destruye con excesiva facilidad un modelo social construido gracias al esfuerzo y a las reivindicaciones de tantas generaciones esforzadas.

Óscar Celador es profesor de Derecho Eclesiástico del Estado y de Libertades Públicas

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