Del consejo editorial

Radiales de Madrid, infraestructuras absurdas

CARME MIRALLES-GUASCH

En este país hemos establecido una insólita relación con las infraestructuras. Existe una alteración de la percepción de la realidad, una esquizofrenia colectiva que nos impide tener una conciencia clara de lo que son, para qué sirven y cuántas son necesarias. El último episodio de esta larga lista de trastornos colectivos son las radiales de Madrid. Cuatro autopistas que desde distintos puntos cardinales van hacia los anillos de circunvalación, además de la de Madrid-Toledo y la autopista al aeropuerto. Unas obras faraónicas y sobredimensionadas construidas en época del Gobierno del PP en régimen de concesión a empresas privadas, permitiéndoles a estas cobrar a los usuarios un canon de utilización o peaje.

Sin embargo, las previsiones de tráfico –y, por lo tanto, de retorno de la inversión realizada por las empresas privadas– estaban mal planteadas. Muy mal. En algunas el tráfico no llega al 10% de lo que estaba previsto, por lo que las empresas entran en pérdidas y reclaman al Gobierno que, a través de los presupuestos del Estado, se asuman dichas pérdidas, cantidades que se valoran en centenares de millones de euros.

La pregunta no es sólo si el Gobierno debe asumir estas pérdidas. Para el PP y para CiU parece claro que debe ser así, y desde otras posiciones políticas tendrían que preguntarles cuáles son sus motivos. La pregunta es por qué nos empeñamos en construir infraestructuras que no necesitamos. Por qué utilizamos criterios y metodologías erradas en las previsiones. Quién diseñó las proporciones de estas autopistas y predijo, bajo supuestos técnicos, unos escenarios de uso irreales. Unas cuestiones que también se podrían proponer al aeropuerto de Ciudad Real, otra infraestructura absurda pagada con dinero privado y rescatada con dinero público.

Lo más importante no es formular estas cuestiones para las infraestructuras ya construidas, sino para las que se van a construir con participación privada, una operación anunciada ya por el Ministerio de Fomento. ¿Son necesarias estas nuevas infraestructuras? ¿Quién y bajo qué criterios están dimensionadas? ¿Quién asume el riesgo de la inversión? Estas y otras preguntas por el estilo son las que se plantea un país sensato, sin esquizofrenias colectivas en la percepción de las infraestructuras.

Carme Miralles-Guasch es profesora de Geografía Urbana

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