Del consejo editorial

Garzón y las madres

CARMEN MAGALLÓN

En Galicia, he conocido de cerca el cariño que profesan al juez Garzón las madres que se organizaron para luchar contra la droga. No entienden cómo es posible que la persona que abrió una luz en medio del túnel de su sufrimiento esté ahora siendo objeto de persecución. Garzón fue el primero que las escuchó, el que ordenó la incautación del primer barco transportador de droga, el que arriesgó para iniciar el principio del fin de aquella vía de perdición para sus hijos.

Desde la perspectiva de las madres, el procesamiento de Garzón genera hondas preguntas. ¿A quién sirve esta justicia? ¿Qué factores pesan en la aplicación de la ley? ¿Hay una escala de valores para la interpretación de las leyes? ¿Qué lugar ocupan en ella los sentimientos, la causa de las madres? ¿Qué se esconde tras la formalidad de los procedimientos? ¿Cómo es posible que al juez Garzón no se le valore su trayectoria de compromiso y defensa de las reclamaciones de las madres? ¿Qué significa realmente la neutralidad de las leyes?

Parte del legado de Garzón es haber puesto a trabajar la ley a favor de las madres, no sólo de las de aquí, también a favor de las Madres de Plaza de Mayo. Dejando de lado la mezquindad de los caminos de la impotencia establecida, él escuchó de manera activa y empujó la ley para cortar la deriva de las mafias, aquí, y procesar a un dictador argentino que había asesinado impunemente. A la vista de cómo se valora la trayectoria de Garzón, esto no parece que importe. La jurisprudencia patriarcal puede pasar por alto este legado impunemente, pues el trabajo y los valores de la madre nunca han tenido lugar en la conformación de las instituciones. Por supuesto, deberían tenerlo. Pero las raíces históricas son otras. El patriarcado igualó a mujeres con madres y redujo su valor a la domesticidad. Y mientras el servicio de armas y la propiedad concedían ciudadanía, la maternidad era colocada en el ámbito de lo natural, y devaluada. En el fondo, todo el sistema está construido marginando a la madre.

Entre otras deficiencias, el caso Garzón pone de manifiesto cómo la verdad de la madre, esa que la sabiduría de Salomón descubrió y puso en valor en su juicio, no tiene cabida en esta Justicia. Por eso, desde el
anhelo de una ciudadanía inclusiva, comparto las inquietudes de la ex magistrada Manuela Carmena, expresadas en este periódico, sobre la necesidad de reinventar la Justicia.

Carmen Magallón es directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz

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