Del consejo editorial

OTAN, aclarando conceptos

 

PERE VILANOVA

A primeros de mes, aunque el tema pasó desapercibido en medio de nuestro cataclismo

aeroportuario, el primer ministro británico visitó por sorpresa Afganistán y confirmó que su Gobierno había tomado la decisión de "iniciar" la retirada de efectivos militares este próximo 2011. Desde que en 2008 el Gobierno canadiense, con la aprobación de su Parlamento, anunciara la misma fecha, y hasta esta declaración de Cameron, han dicho lo mismo varios gobiernos con efectivos en Afganistán: Francia, Alemania, Holanda y el propio Obama. Nótese que lo han dicho en sede gubernamental nacional, es decir, en tanto gobiernos soberanos que voluntariamente están en una organización internacional (la OTAN), que en su día decidió desplegarse en aquella misión. En la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF) están los países de la OTAN y muchos más, hasta un total de más de 40. No entraron todos de golpe (esto es un dato irrebatible), ni saldrán todos de golpe y juntos (esto es una profecía fácil).

Viene a cuento esta reflexión porque hace unas semanas, coincidiendo con la cumbre de la OTAN en Lisboa, el secretario general de la Alianza Atlántica, Anders Fogh Rasmussen, concedió una larga entrevista a la prensa que merece algún comentario. Por ejemplo, dijo: "¿Retirarse en 2012? Llegamos juntos y nos iremos juntos". Él sabe que no es cierto, y el tono deliberadamente contundente que emplea podría llegar a parecer un intento de presión sobre los gobiernos y la opinión pública transatlántica. El 11-S de 2001 la OTAN se puso inmediatamente a disposición de EEUU, invocando el art. 5 de asistencia mutua en caso de ataque. La Administración Bush, por boca de Rumsfeld, desdeñó la oferta con modos francamente discutibles. Rasmussen afirma que las tropas de las zonas que se vayan securizando serán transferidas a otras. Sin embargo, eso depende de muchas cosas, quizá de su capacidad de mediación, pero no de su voluntad política. No es el presidente del Gobierno de la OTAN, aunque fue un buen primer ministro de su país (Dinamarca). Y, por si fuera poco, dice que "el acuerdo franco-británico (en materia de defensa) es el modelo".

Muchos expertos pensamos que este acuerdo bilateral ha hecho un flaco favor a la difícil puesta en marcha de la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) del Tratado de Lisboa. Aunque la responsabilidad en los déficits de esta política incumbe a la propia Unión Europea, con alianzas así casi no se necesitan adversarios.

Pere Vilanova es Catedrático de Ciencia Política

Más Noticias