Del consejo editorial

Ponerse a 110

MIGUEL ÁNGEL QUINTANILLA FISAC

Hace más de un siglo que se inició una de las revoluciones tecnológicas más radicales y con mayores consecuencias para la especie humana: se empezaron a producir y usar masivamente unas nuevas máquinas de transporte individual, capaces de alcanzar velocidades insólitas. Los primeros usuarios del automóvil estaban entusiasmados con su nuevo juguete, pero no podían imaginar hasta qué punto la vida de la humanidad iba a cambiar como consecuencia de aquellas primeras decisiones que ellos estaban tomando.

Si hubieran sabido que estaban inaugurando una nueva epidemia que se cobra miles de víctimas mortales cada año, o si hubieran sabido que iniciaban una época de consumo masivo de carburantes fósiles, responsable del rápido crecimiento de la contaminación ambiental; si hubieran sabido que, como consecuencia de sus actos, desaparecerían millones de hectáreas de terreno virgen para transformarse en una red infinita de caminos de asfalto; si hubieran sabido que los conflictos bélicos más importantes del final del siglo XX serían provocados por la pasión del petróleo que ellos iban a desatar... Si hubieran sabido todo esto, ¿habrían nuestros bisabuelos iniciado la trayectoria tecnológica que ha conducido a la configuración de la sociedad actual?

Esta pregunta no tiene respuesta, pero puede servirnos para tomar conciencia de que nosotros somos los bisabuelos de la sociedad del próximo siglo y son nuestras decisiones actuales las que van a configurar el tipo de tecnología y por lo tanto de sociedad que ellos van a tener.

Hace un siglo todos querían ponerse a 100. Dentro de un siglo, circular a 100 por hora en un coche individual, consumiendo 10 litros de petróleo y emitiendo 20 kilos de CO2 con el único propósito de llegar al trabajo 4 minutos antes que el vecino que se traslada en transporte público, será seguramente un delito. Y nuestros futuros compatriotas sonreirán con generosa condescendencia cuando relean las estupideces que se han dicho estos días en nuestro país porque, ante la subida de los precios del petróleo, el Gobierno ha decidido prudentemente que hay que ir empezando a usar nuestras máquinas de transporte individual de una forma un poco más razonable, a 110 km por hora, como máximo.

Miguel Ánge Quintanilla Fisac es catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia

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