Del consejo editorial

Pastillas contra el dolor ajeno

CARMEN MAGALLÓN

Directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz

Una de las consecuencias de la crisis financiera es el aumento de la violencia estructural, una de las formas de violencia que más mata, ya sea por hambre, enfermedades curables o cualquier otra vía que impida sobrevivir por pobreza extrema. Ciñéndonos a la enfermedad, son alrededor de 8.000 las personas que fallecen al día por no tener acceso a medicamentos y tratamientos que existen y que podrían evitar su muerte.

Que hay enfermedades y enfermos olvidados nos lo recuerda Médicos sin frontera (MSF). Esta organización humanitaria, además de atender a poblaciones en situación precaria y a víctimas de catástrofes y de conflictos armados, sin discriminaciones, desde hace más de diez años hace campaña para hacer asequibles los medicamentos esenciales, favorecer la aplicación de acuerdos comerciales a favor del acceso a medicamentos y estimular la investigación y desarrollo (I+D) de nuevos medicamentos, vacunas y diagnósticos para enfermedades olvidadas.
Pues bien, MSF nos propone que colaboremos en la reducción de este tipo de violencia estructural comprando unas pastillas muy especiales. Se venden en farmacias, como cualquier pastilla, pero, como bien dice el prospecto, estas no son para mitigar el dolor propio sino el ajeno. Son a la vez un símbolo y un compromiso con la apuesta y exigencia de hacer visibles enfermedades olvidadas como la enfermedad de Chagas, que produce 14.000 muertes anuales, la mayoría en América Latina; el Kala Azar, que mata unas 60.000 en Brasil, India, Nepal, Bangladesh y Sudán; la tuberculosis, cuyo tratamiento sólo es asequible al 5% de quienes la sufren (el resto, hasta 1,5 millones de personas al año, muere); la malaria, la enfermedad del sueño y el sida infantil, que son el azote de África. De algunas se conoce el tratamiento, pero es demasiado caro; otras necesitan ser investigadas de modo más activo.
En los tres meses que, ahora se cumplen del lanzamiento de la campaña, se han vendido en España más de tres millones de cajas de estas pastillas: seis caramelos de mentol-eucalipto sin azúcar, al precio de un euro. Su principio activo, siempre según el prospecto, es el amor. Una iniciativa necesaria y transgresora.

 

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