Del consejo editorial

Gestionar el disenso

CARMEN MAGALLÓN

Directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz

Uno de los rasgos del movimiento del 15-M, por una Democracia Real Ya, es haber adoptado la toma de decisiones por consenso, forma de trabajo característica de los movimientos no-violentos. Sin entrar en el debate sobre su necesidad o no, en esta sociedad en red, la votación siempre separa al grupo en dos, quienes ganan y quienes pierden, lo que es ya una semilla que puede alimentar desafecciones con la decisión adoptada y también resentimientos. En estos días de acampadas, ha sido admirable la paciencia desarrollada por las personas participantes en el proceso de toma de decisiones en asambleas que llegaban hasta altas horas de la madrugada.

Subrayado lo positivo del consenso y vistas también las situaciones que se dan en el día a día, en un proceso real lo que sucede es que también el conflicto está presente. Nunca nos cansaremos de decir que el pacifismo no-violento no teme al conflicto, ni tan siquiera le parece negativo. No deja de ser una prueba de realidad para curtir la propia capacidad de generar dinámicas de gestión alternativas a las existentes.
En el contexto de las acampadas, los conflictos que se han podido advertir son disensos, diferencias de criterio a la hora de decidir el tipo de pasos a dar, falta de acuerdo acerca de si realizar una determinada acción o no, y en particular si dejar o no las acampadas.
La gestión de los disensos en el interior de un grupo tiene una importancia crucial. Movimientos alternativos importantes han perdido capacidad de influencia por no saber gestionar los disensos. Tiene importancia por su proyección externa: ¿han de limitarse las acciones a las consensuadas, funcionando por el mínimo común? ¿Puede un subgrupo llevar a cabo una acción no consensuada que comprometa al conjunto? Y, sobre todo, tiene una proyección muy importante en el interior del grupo: una gestión del disenso poco respetuosa de las minorías, en un caso, o irresponsable por parte de estas, en otro, es una inmensa fuente de desgaste y desilusión personal.
Confiamos en que el entusiasmo generado por este movimiento, su proyección mundial y el ánimo que ha inspirado a tanta gente sean también fuente que nutra y genere nuevas soluciones ante ese reto tan ancestral como actual.

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