Del consejo editorial

El promedio y la excelencia

Miguel Ángel Quintanilla Fisac
Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia

 

La Comunidad de Madrid ha puesto en marcha una discutible iniciativa pedagógica: crear un centro especializado para acoger sólo a alumnos con nivel de excelencia en su rendimiento académico. Creo que esta iniciativa se basa en una concepción errónea de la excelencia, que es un término relativo, no una propiedad absoluta. Cualquier propiedad que se encuentre distribuida, en diferente grado, entre un amplio grupo de objetos o personas, generalmente presenta una distribución en forma de campana de Gauss, en la cual existe un promedio, una desviación típica y sendas colas que recogen a los mejores y a los peores (se puede tomar el 1%, en cada caso, que se sitúa, si la distribución es normal, a 2,33 desviaciones típicas a derecha e izquierda del promedio).
Supongamos que metemos en un solo grupo, específico y aislado del resto, al 1% de los mejores estudiantes. Al cabo de poco tiempo lo más probable es que en el nuevo grupo se produzca una nueva distribución del rendimiento académico en la cual de nuevo habrá un promedio (más alto que el anterior, desde luego), una cola de los mejores (excelentes entre los excelentes) y otra de los peores (fracasados entre los excelentes). ¿Y por qué detenernos aquí? Si nuestro objetivo es sólo la excelencia, deberíamos hacer de nuevo un grupo de excelencia al cuadrado y seleccionar a los mejores. Y así sucesivamente hasta que nos quedemos con un grupo de monstruos de feria. La búsqueda de la excelencia es un objetivo comprensible en algunos aspectos de la vida. Por ejemplo, en una carrera olímpica los atletas aspiran a estar al menos entre los tres primeros, porque precisamente esas son las reglas del juego (y porque lo que hacen es sólo un juego). Pero este paradigma de éxito no debe extrapolarse a todas las actividades sociales, la mayoría de las cuales tienen un carácter más cooperativo que competitivo. El objetivo de la educación pública universal, en concreto, no es la excelencia académica sino la extensión de un alto nivel promedio de educación a toda la población. Los mejores alumnos lo son siempre en relación con el resto de la clase. Lo grande de las sociedades avanzadas no es que tengan alumnos excelentes, sino que el nivel promedio de su rendimiento académico es muy alto y su distribución bastante homogénea.

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