Del consejo editorial

Todos a Libia

PERE VILANOVA

Catedrático de Ciencia Política

El 15 de septiembre pasará a la Historia como el día en que llegaron a la vez muchos cocineros a la cocina. De repente, el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, y el primer ministro de Reino Unido, David Cameron, se dieron por fin cuenta de que, o se ponían las pilas, o el primer ministro de Turquía, Tayyip Erdogan, se iba a coronar simbólicamente potencia regional emergente con su llegada a Libia después de visitar Egipto. Y por cierto, lo fue durante siglos, cuando aquí todavía estaban las Alpujarras "por reconquistar".
Las prisas de Sarkozy y Cameron son comprensibles, porque es verdad que lideraron y pusieron voluntad y medios hace seis meses, cuando el futuro de Libia era más que incierto, y apostar por esa variante de las primaveras árabes, una apuesta arriesgada. Pero en esta etapa del mundo posbipolar, la fragmentación de regionalismos y de liderazgos se está volviendo muy interesante. Erdogan está demostrando ser un gobernante internacional de talla, y hay que reconocerle que ha sido el único (frente a 27 miembros de una UE más inoperante que antes del Tratado de Maastricht) que ha elevado el tono frente a un Gobierno de Israel cada vez peor acostumbrado a que todos, todos sus deseos son órdenes para EEUU (y no al revés). Desde la desastrosa incursión en Líbano de 2006 al grave incidente de la flotilla internacional que en 2010 intentó entrar en Gaza, pasando por la destructiva operación Plomo Fundido entre ambas fechas, sólo Erdogan elevó la voz. Y del mismo modo, desde Egipto a Túnez, pasando por Libia y los territorios palestinos, lo que se conoce coloquialmente como "la calle árabe" ha plebiscitado ese liderazgo simbólico turco. Israel puede ver esto como una amenaza adicional o como una oportunidad, su Gobierno sabrá lo que hace. Pero si la UE cayera en el mismo error, y no supiera interpretar que ese liderazgo turco es una buena oportunidad de que las transiciones árabes vayan en una dirección razonable, mejor cerrar la tienda.
Turquía es una potencia regional con quien hay que contar, desde Libia hasta Afganistán, porque su influencia histórica y sobre todo en materia de relaciones internacionales y diplomáticas es y va a ser determinante. Hay que admitir que el viaje de Sarkozy, Cameron y Erdogan el mismo día a Libia tiene que ver con todo esto.

Más Noticias