Del consejo editorial

Los nietos del señor Botín

JORGE CALERO

Catedrático de Economía Aplicada

No tengo el gusto de conocer a ninguno de los nietos del señor Botín pero creo que, si yo estuviera en su lugar, empezaría a estar cansado de que me tomaran como el sempiterno ejemplo de por dónde debe empezar el recorte a los servicios universales del Estado del bienestar. Se ha convertido en un lugar común simplón, para demasiados "opinadores", la pregunta: ¿debe el sector público también pagar el servicio x a los nietos del señor Botín? Siendo x la educación gratuita, la sanidad o aquello de lo que se hable en la tertulia correspondiente. La respuesta implícita suele ser "no", con lo que los nietos del señor Botín han pasado a ser los paradigmáticos excluidos virtuales del Estado del bienestar español. Quizás a ellos no les inquiete, pero creo que al conjunto de la sociedad le debería inquietar esta exclusión, y mucho.
Dos argumentos sólidos justifican que los nietos del señor Botín no sean excluidos de las prestaciones del Estado del bienestar. En primer lugar, con un sistema impositivo suficientemente progresivo (aunque sabemos que el nuestro tiene mucho margen de mejora en ese sentido), los posibles gastos que generen al sector público quedan minimizados por los ingresos aportados. En segundo lugar, su inclusión es probablemente la forma más segura de que los servicios que son considerados irrenunciables alcancen realmente a todos los miembros de la sociedad. Porque conviene subrayar la paradoja: cuando se habla de los nietos del señor Botín no se trata tanto de excluir a los ricos, sino de empezar a excluir a alguien, de tal modo que finalmente se pueda excluir sobre todo a los pobres, cuyas trayectorias vitales dependen más intensamente del acceso a las prestaciones.
Hemos tenido recientemente una versión de este cuestionamiento de la universalidad en las atropelladas palabras de Esperanza Aguirre sobre la gratuidad de la educación pública. Su aparentemente confuso mensaje es, en realidad, muy transparente: cuanto más pronto mejor, que cada cual se haga cargo de su educación. Avanzamos raudos hacia un escenario de exclusiones, fragmentaciones y desigualdades cada vez más profundas. No deja de sorprender hasta qué punto, y contra todo pronóstico, la ideología neoliberal florece en esta crisis.

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