Del consejo editorial

Educación infantil, no guarderías

 JORGE CALERO

En el ámbito de la educación, todo lo que sucede en un momento determinado tiene explicaciones que se remontan a muchos años atrás. Los procesos educativos se caracterizan por una muy fuerte inercia, relacionada con la transmisión del capital cultural entre generaciones. Esta inercia explica en parte, por ejemplo, las dificultades que existen en España para que los jóvenes continúen estudiando después de la educación obligatoria: sus padres y madres pertenecen a generaciones donde el nivel educativo también era bajo. Por este motivo la educación es una inversión a largo plazo, cuyos mayores rendimientos se alcanzan décadas después de efectuado el esfuerzo inversor.
El mismo carácter inercial que he mencionado, referido al conjunto del sistema, se da en el caso de la educación de cada persona. Lo que sucede en los años muy iniciales de la vida va a ser determinante para las trayectorias educativas. Queda poca duda acerca de la importancia de la familia en ese periodo inicial, al transmitir (de forma muy desigual, sin embargo) capacidades y actitudes que luego serán muy importantes en la escuela. Y, desde hace ya algún tiempo, la investigación educativa nos viene señalando la importancia de la educación infantil en los recorridos educativos.

Efectivamente, existe un consenso generalizado en la comunidad educativa en apuntar a la educación infantil, especialmente entre 1 y 3 años, como una pieza clave para complementar (en algunos casos contrapesar) la incidencia de la familia en esos primeros años, permitiendo una buena inserción en el sistema educativo. Se insiste en el carácter educativo de la educación infantil. Esto no parece haberse extendido al conjunto de la población; no es casualidad que el término guardería, que parece aludir al pupilaje que se efectúa en los parkings, sea el más extendido para referirse a la escuela infantil. La función específicamente educativa, que depende mucho de la calidad del servicio, pasa todavía a un segundo plano con relación a otras funciones no desdeñables, vinculadas a la conciliación entre vida laboral y familiar.

Al hablar de educación infantil nos referimos a la etapa comprendida entre 0 y 6 años. En España, desde 2002, el segundo ciclo de educación infantil (de 4 a 6 años) es gratuito pero no obligatorio, aunque de hecho la escolarización en esas edades es prácticamente universal. El primer ciclo, el comprendido entre los 0 y los 3 años, no es gratuito y presenta muchísimas irregularidades, al menos, en cuatro aspectos: disponibilidad de oferta, presencia de centros públicos (depende enormemente de la Comunidad Autónoma e incluso del municipio), precio y calidad del servicio.
La educación infantil de calidad, especialmente cuando llega a los grupos sociales más desfavorecidos, es un excelente instrumento para mejorar e igualar las oportunidades de las personas a lo largo de la vida. Un instrumento cuya disponibilidad debemos cuidar especialmente si pretendemos moderar la inercia de los procesos educativos.

Jorge Calero es catedrático de Economía Aplicada

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