Del consejo editorial

La última Navidad de la URSS

Pere Vilanova
Catedrático de Ciencia Política

Este año que cerramos, 2011, celebra varios aniversarios, el del 11-S por ejemplo, pero uno de ellos merece especial atención: el fin de la Unión Soviética, el más formidable experimento de ingeniería social y política del siglo XX. En efecto, esos últimos días de diciembre de 1991 vieron, al final, cómo a las 12 de la noche del último día del año se arriaba la bandera de la URSS y en su lugar, en el propio Kremlin, se izaba la bandera de Rusia. La primera pregunta, 20 años después, es obvia: ¿se cerraba un simple –aunque dramático– paréntesis de 70 años de experimento soviético, mal llamado "socialismo científico"? ¿O bien empezaba una nueva era histórica con una nueva Rusia? Si es cierto lo primero, Rusia reanudó en 1992 una historia milenaria, con todas sus virtudes y vicios, que permiten explicar muy bien los tics y reflejos autoritarios de lo que venimos en llamar "putinismo", que por cierto tiene una fuerte base social, además de una oposición creciente en las calles.

Es interesante recordar cómo 1991 fue el año del cierre de ese experimento que se llamó "perestroika", que Gorbachov había iniciado con increíble audacia siete años antes. Intentó por todos los medios (democráticos) una reforma estructural del sistema soviético para hacerlo competente y competitivo en un mundo ya globalizado de modo irreversible. Tuvo que apoyarse en la
estructura piramidal de un poder que tenía dos patas y que veía en la reforma una amenaza existencial: la "nomenclatura", por un lado, y las 15 repúblicas federadas, por el otro.
La "nomenclatura", o el sector más duro del "aparato" del partido, intentó un ridículo y absurdo golpe de Estado en agosto de ese año, que fracasó porque la gente (y parte del Ejército) salió a la calle encabezada por Yeltsin, presidente electo de Rusia. Pero ello llevó a Yeltsin y otros presidentes de algunas repúblicas (Ucrania, Bielorrusia, Kazajistán) a un último complot: si las repúblicas federadas se declaran independientes, la URSS se reduciría a cero. Literalmente eso es lo que pasó entre el 6 y el 31 de diciembre de 1991.

Cayó el telón.

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