Del consejo editorial

Obama traiciona su agenda progresista

Luis Matías López
Periodista

Para quien prometió respeto escrupuloso de los derechos humanos y acabar con los abusos de la era de Bush, ha debido resultar especialmente doloroso que Kenneth Roth, director ejecutivo de la ONG Human Rights Watch, asegurase: "Al firmar la ley de Defensa, Obama pasará a la historia como el presidente que consagró la detención indefinida sin juicio".

Obama ha hecho un lamentable uso de su mano izquierda (con la que empuñó la pluma) que contrasta con su incapacidad para lograr con ella consensos con los republicanos y algunos sectores demócratas compatibles con su agenda progresista. Es cierto que ha expresado sus "serias reservas" a la regulación en la nueva ley de la detención, interrogatorio y procesamiento de sospechosos de terrorismo, que ha arrancado retoques de última hora, que promete no auto-
rizar jamás el encarcelamiento militar y sin juicio de norteamericanos y que se escuda en que no le quedaba más remedio que ratificar el texto porque el Pentágono estaba a punto de quedarse sin fondos. Pero eso no justifica que vuelva a defraudar a quienes le recibieron hace apenas tres años como una esperanza real de regeneración moral de la política norteamericana.

La ley de Defensa niega derechos garantizados por la Constitución a "sospechosos de terrorismo" y da más poder a los militares para detenerlos e interrogarlos "hasta que acaben las hostilidades", es decir, hasta que lo decidan sus carceleros. La efectividad de la promesa de Obama de que no permitirá abusos es cuestionable por dos motivos: porque pueden producirse circunstancias excepcionales (por ejemplo, otro 11-S) que aconsejen invalidarla y porque tiene fecha de caducidad: la de su permanencia en la Casa Blanca, que podría ser de tan sólo un año. Es más que dudoso que ese compromiso sin ningún valor jurídico ate en el futuro a un presidente republicano, sobre todo a la vista de la ideología que están manifestando ya los precandidatos.

Por añadidura, la ley convierte aún en más remoto e improbable el cierre de Guantánamo, ya que prohíbe para el año fiscal 2012 la utilización de fondos que permitan trasladar a prisioneros de la base a territorio estadounidense. Otro fracaso de un decepcionante premio Nobel de la Paz.

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