Del consejo editorial

Rating político

Alfonso Egea de Haro
Profesor de Ciencia Política

La rebaja en la calificación de solvencia de la mayoría de economías de la zona euro por Standard & Poor’s (S&P) fue anunciada antes de la última cumbre europea del 9 de diciembre. Era por tanto esperada, como también era previsible que fuera criticada, aunque por razones distintas a las que se están esgrimiendo. Incluso algunos gobiernos están interpretando la calificación de S&P como la confirmación de que los planes de reforma van por el camino acertado, si bien requieren mayor intensidad y celeridad. Otros ven en S&P el instrumento de presión por parte de intereses británicos y estadounidenses al que sólo se puede responder mediante una mayor coordinación en torno, eso sí, a las políticas de austeridad fiscal.

Menos son las voces críticas dirigidas a cuestionar que una agencia de rating haya basado su calificación no tanto en razones económicas particulares de cada país, sino en una valoración del escenario político conjunto de la zona euro. En concreto, la falta de eficacia, estabilidad y previsibilidad de las decisiones políticas y de las instituciones europeas. Sin embargo, no es sino previsibilidad lo que está caracterizando las decisiones políticas tanto a nivel nacional como europeo, aunque para ello se ponga en cuestión la estabilidad de gobiernos democráticamente elegidos o la eficacia de sus decisiones. Una previsibilidad que aumenta conforme el desequilibrio numérico entre los países que representan la periferia y el centro de la UE es mayor.

También sorprende que aquellos que no estén de acuerdo con esta previsibilidad de las decisiones en política económica, no hayan aprovechado el informe de S&P para pedir precisamente un cambio de rumbo. En definitiva, más que la rebaja en la calificación sorprende la falta de crítica hacia las políticas de austeridad que se están adoptando. ¿Por qué? Puede que por el miedo a seguir perdiendo (salario, empleo, servicios sociales) aumente la complacencia y resignación. Ya en 1933, durante su primer discurso de investidura, Franklin D. Roosevelt advertía que sólo había que tener miedo al hecho mismo de tenerlo. La rebaja de S&P ha sido sobre todo política y la respuesta mayoritaria ha sido más miedo. Ya sólo estamos esperando a que sea demasiado tarde.

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