Del consejo editorial

El Año Cerdà y las áreas metropolitanas

Carme Miralles Guasch

A principios del pasado mes de junio en Barcelona se puso en marcha el Año Cerdà para conmemorar los 150 años de la aprobación del Plan de Reforma y Ensanche de Barcelona. La ciudad, a mediados del siglo XIX, derribó sus murallas y habilitó un plan que conectó lo que hoy se conoce como el casco antiguo con los pueblos del llano –Sants, Sarrià, Gracia, Sant Andreu–. Con ello no sólo se urbanizó, sino que se ampliaron los límites legales de la ciudad y, con los años, se consolidó el centro comercial y uno de los barrios más genuinos de Barcelona, el Ensanche, con su cuadrícula y sus calles arboladas.
Sin embargo, lo interesante de este evento –que se prolongará hasta mediados de 2010 con exposiciones, conferencias y publicaciones de todo tipo– no es sólo la figura histórica del ingeniero Idelfons Cerdà.

Lo interesante e importante es el debate que, a partir de él, se puede iniciar sobre el futuro de la ciudad y, más concretamente, sobre su área metropolitana. Una cuestión, la de las áreas metropolitanas, que en España está por estrenar.

El reto socioeconómico de Cerdà era el de adaptar las ciudades a la sociedad industrial que estaba por nacer, y para ello ideó un modelo de urbanización que ayudara a su desarrollo, aunque primero fue capaz de percibir y analizar el profundo malestar que, en sus inicios, introdujeron las máquinas de vapor en la sociedad urbana y las tensiones que había en la sociedad en general. Si este era el reto de Cerdà, ¿cuál es el nuestro?

Muchas de las grandes ciudades españolas no son sólo ciudades aisladas de los núcleos urbanos del entorno. Al contrario, sus habitantes realizan las actividades cotidianas en estos distintos lugares; aunque existan los límites municipales, estos no impiden que los ciudadanos trabajen, compren y duerman en distintas localidades. Para ellos, para su cotidianidad, toda esta multiplicidad de municipios es una sola ciudad, su ciudad, su área metropolitana. Sin embargo, las administraciones públicas prestan muy poca atención a la realidad metropolitana como contexto territorial y social que requiere de una gestión conjunta y coordinada de los servicios urbanos.

¿Es posible hablar de vivienda, de transporte, de equipamientos educativos, comerciales, sanitarios, de gestión de los residuos o de política industrial sin tener presente este fenómeno plurimunicipal? El sentido común, la eficacia de las políticas públicas y la experiencia en otros países indica que se tiene que atender esta realidad cotidiana de muchos ciudadanos y, con ello, iniciar el debate del fenómeno metropolitano español, que está por hacer. Sería una cuestión nacional, transversal, pluridisciplinar, enraizada a la vida real de miles de ciudadanos y que nos permitiría reconocer nuestros problemas urbanos comunes y, con ellos, encontrar las mejores soluciones. E, incluso, ir un poco más allá y entender el fenómeno urbano, muy poco comprendido e interpretado. Aunque es en las ciudades donde la izquierda pierde las elecciones.

Profesora de Geografía Urbana

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