Del consejo editorial

La generación 'exceso de oferta'

JORGE CALERO

Los jóvenes que tienen ahora en torno a 20 años sólo conocían de oídas lo que es una crisis económica. No habían tenido una experiencia directa de cómo una crisis puede afectar a sus propias trayectorias vitales en términos de mayores dificultades para acceder a recursos y tener oportunidades.
Sus propias características demográficas y sociales pueden resultar un lastre adicional para su desarrollo en un periodo de crisis. Se trata de la "generación exceso de oferta". Nacieron hacia el final de la década de 1980, en cohortes en las que la tasa de fecundidad ha sido la menor de toda la historia española. Muchos de ellos fueron hijos únicos y la gran mayoría crecieron en familias muy reducidas, con poca "competencia" entre hermanos. Tuvieron también poca competencia en la escuela y compartieron aulas con pocos compañeros (un 35% menos que 20 años atrás). Sus familiares "hacían cola" para darles regalos (muchos adultos hacían regalos a muy pocos niños y niñas). Las tendencias pedagógicas más extendidas habían ya relajado, también, la competitividad en las aulas.
El riesgo mayor que acechaba a los integrantes de esa generación, hasta hace un año, no era el desempleo de larga duración, sino, como mucho, entrar en la categoría de "mileurista". Sin ser la mejor de las suertes posibles para jóvenes bien preparados, el mileurismo, de todos modos, no suponía una quiebra irrecuperable de las trayectorias vitales. Y he dicho "jóvenes bien preparados". Porque, efectivamente y más allá de las frases con gancho político, se trata de la generación mejor preparada que hemos tenido nunca.

Desde luego, la situación que estoy dibujando, de exceso de oferta para los jóvenes, con poca competencia para conseguir los recursos, no ha sido beneficiosa por igual para todos. No pretendo negar, ni mucho menos, las grandes desigualdades que han seguido existiendo entre jóvenes de diferentes extracciones, sino, más bien, señalar una tendencia compartida en amplios sectores sociales.
Las personas que acceden por primera vez al mercado de trabajo en tiempos de crisis, como la actual, tienen trayectorias laborales peores, incluso durante muchos años después de acabada la crisis, más probabilidad de desempleo y salarios menores. Este extremo se ha comprobado a menudo en diversos análisis.
He explicado esta cuestión a mis alumnos en varios cursos, pero hace pocas semanas me di cuenta, en clase, de que estaba hablando no de un hecho abstracto, sino de una realidad que mis propios alumnos probablemente iban a sufrir. Presté, entonces, una atención especial a sus reacciones. En ellas percibía un interés "académico", pero un cierto distanciamiento personal: no parecían convencidos de que el asunto pudiera ir con ellos. Es lógico, nunca nada relacionado con una crisis económica ha ido con ellos.
¿Qué les espera a estos jóvenes? Posiblemente, una cierta frustración de sus expectativas y un aterrizaje forzoso en un mundo en el que no va a seguir imperando un exceso de oferta para sus necesidades. Una mayor competencia, a la que no están acostumbrados y a la que tendrán que responder con mucha flexibilidad personal y profesional. Están capacitados para asumir estos cambios; su preparación no es sólo teórica, sino que han vivido abiertos a una diversidad de experiencias. Pero no van a tener las cosas fáciles, no como hasta ahora.

Jorge Calero es Catedrático de Economía Aplicada

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