Del consejo editorial

Ciencia con conciencia

MIGUEL ÁNGEL QUINTANILLA FISAC

Catedrático de Lógica y Teoría de la Ciencia 

La Fundación Príncipe de Asturias ha concedido uno de sus premios más prestigiosos, el de Cooperación Internacional, a la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) de España y a The Transplantation Society (TTS), una organización internacional con sede en Canadá. Ambas son un ejemplo de ciencia con conciencia. TTS ha desarrollado una intensa labor de coordinación e impulso a la medicina de trasplantes, y ha creado y difundido estándares éticos y clínicos para esta práctica médica. Gracias a ella, se han desarrollado intensas campañas mundiales contra el comercio de órganos humanos, la utilización de los órganos de condenados a muerte o el llamado "turismo de trasplantes".
El caso español es también un buen ejemplo reconocido, con justicia, por la Fundación Príncipe de Asturias. La ONT se creó hace 30 años como un órgano centralizado del Ministerio de Sanidad para coordinar todas las intervenciones de trasplantes de órganos en España. Desde el principio, ha actuado guiada por criterios estrictos de eficiencia clínica y de dignidad ética. En la actualidad, extiende su red de coordinadores a todos los rincones de España. Cualquier donante sabe que sus órganos se aplicarán en la persona, el momento y el lugar más idóneos desde un punto de vista estrictamente clínico. Y cualquier receptor potencial sabe que sus posibilidades de acceder a un trasplante sólo dependerán de sus condiciones clínicas y sanitarias, no de otras consideraciones económicas o sociales. El resultado es que España es el país de referencia mundial en trasplantes de órganos humanos, con la tasa más alta de donaciones voluntarias y consentidas, que la Unión Europea y la OMS han recomendado a todos sus miembros que imiten el sistema español, y la propia ONT española es, de hecho, la responsable del registro mundial de donaciones y trasplantes.
En nuestro país, más de 70.000 personas se han beneficiado de algún trasplante de órganos completos en los últimos 30 años. Se lo debemos a los avances del conocimiento científico y de sus aplicaciones, a las que han contribuido de forma sobresaliente las dos instituciones ahora premiadas. Pero no se trata sólo del avance de la ciencia. Todo eso ha sido posible también porque, en este caso, ha habido una sintonía ejemplar entre el desarrollo del conocimiento científico y el de la conciencia ética. Está bien que la Fundación Príncipe de Asturias nos invite a celebrarlo.

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