Del consejo editorial

Macrorregiones

CARME MIRALLES-GUASCH

Profesora de Geografía Urbana

Los espacios económicos ya no están encerrados en fronteras administrativas. No obedecen a los perímetros que les marcan los límites administrativos, sean municipales, regionales o estatales. Y no es que no tengan lugares físicos, no es que la globalización los haya transformado en espacios virtuales sin nombre ni coordenadas. Los espacios económicos tienen sus lugares y sus confines pero estos dibujan contornos propios. Las macrorregiones son las más recientes.

En un mundo global, donde la información fluye de forma inmediata y las comunicaciones y los transportes permiten buenas conexiones en distintos medios de transporte, parecería que el lugar donde se ubican las actividades económicas fuera poco importante. Como si los avances tecnológicos en materia de comunicaciones e infraestructuras hubiesen igualado las oportunidades de los distintos lugares. Y que la pregunta de dónde se sitúan fuera cada vez menos pertinente.
Sin embargo, la realidad muestra todo lo contrario. Las actividades económicas, especialmente las más creativas e innovadoras, tienden a concentrarse en ciertos espacios básicamente urbanos. Eso no quiere decir que sea en ciudades aisladas, sino en ámbitos metropolitanos o regionales donde la presencia de una red de ciudades de distintos tamaños es fundamental. Unos ámbitos, las macrorregiones, que tienen capacidades formativas de alto nivel a través de sus universidades y que ofrecen accesibilidad en distintos medios de transporte. Donde la calidad de vida es un factor esencial y el tejido social es lo suficientemente denso para que puedan florecer nuevas ideas y conocimientos.
Sólo a modo de ejemplo, en EEUU más del 90% de toda la producción económica se concentra en las regiones metropolitanas o en las agrupaciones de estas, las macrorregiones.
La paradoja está en que en un momento en el que las infraestructuras y las nuevas tecnologías tienen el efecto óptico de diluir el factor lugar y parece que podamos crecer y avanzar unos aislados de los otros, aparece la fuerza de la concentración de las personas y de las actividades económicas. Y con ellas la importancia del lugar. Un territorio multinuclear y en red que permita multiplicar el potencial económico de las unidades aisladas. Es tarea de las administraciones reconocer estos factores cuando se encuentran en sus ámbitos adminitrativos y potenciarlos. Al contrario, si se intenta disgregarlos y dispersarlos, perdemos todos.

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