Del consejo editorial

Bicicletas y CO2

CARME MIRALLES-GUASCH

Profesora de Geografía Urbana

Hace unos días, en Público, aparecía un reportaje sobre la bicicleta como medio alternativo de transporte. La noticia partía de un avance del Barómetro de la Bicicleta 2010 y el titular decía que unos dos millones y medio de españoles utilizan la bici a diario, especialmente en las grandes urbes. Las ciudades líderes son Barcelona, San Sebastián y Sevilla, y en el pelotón de cola está Madrid, que parece que no tiene interés en promocionar este medio de transporte.
Día tras día tenemos más evidencias cotidianas y medibles del cambio climático e incluso algunos de los negacionistas han admitido que estaban equivocados y que el fenómeno no sólo es real sino que está provocado por las actividades humanas. Además, sabemos que los transportes mecánicos emiten más de un tercio de los gases que producen este cambio. Es imprescindible abordar el uso de la bicicleta en nuestros desplazamientos cotidianos desde la óptica de las emisiones de CO2.

La pregunta tiene que ser cuántas toneladas de carbono emitirían estos más de dos millones de usuarios cotidianos de la bicicleta si utilizaran otro medio de transporte, especialmente el coche privado, que es el causante de la mayor parte de las emisiones. En una ciudad con diez millones de viajes diarios, con una cuota del 4% de usuarios de la bici, el ahorro en emisiones de CO2 sería de unas 60 toneladas por año, equivalente a un
millón de euros en el mercado de carbono mundial.
¿Se imaginan, pues, que las ciudades, igual que las empresas por los acuerdos en el Protocolo de Kioto, organizaran un mercado global de emisiones de gases de efecto invernadero y tuvieran cuotas de emisiones? ¿Y que estas fueran valoradas y evaluadas según la contribución que sus medios de transporte urbanos, públicos o privados, viarios o ferroviarios, en el cambio climático? ¿Que se penalizara a las ciudades con mayores cuotas de utilización de transporte más contaminante en relación a su población y al volumen de los viajes realizados?
En este escenario, el uso de la bicicleta en la ciudad como uno de los medios no contaminantes, no sería una opción voluntaria de ciertos ayuntamientos y de algunos de sus ciudadanos. Al contrario. Adecuar la ciudad y su espacio viario a los ciclistas y utilizar las bicis en los viajes cotidianos sería una obligación. No es que el planeta dependa de ello, De ello dependemos nosotros.

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