Del consejo editorial

Otro error de diagnóstico

JOSÉ MANUEL NAREDO

Economista y estadístico

Cuando la mayoría de los analistas prevé para la zona euro una recaída de la actividad en 2011, el presidente Zapatero aprovechó la presentación del nuevo Ejecutivo para anunciarnos, una vez más, el relanzamiento económico para la tercera parte de su legislatura. Craso error cuando el pulso de la economía española se ve, además, particularmente lastrado por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.
En la guerra de devaluaciones que están llevando a cabo los países para relanzar sus exportaciones y paliar así los efectos de la crisis, el euro lleva las de perder frente al dólar. Como la mayor parte de las materias primas cotiza en dólares, EEUU puede –a diferencia de otros países– devaluar alegremente su moneda sin que se encarezcan sus importaciones. Y EEUU está sacando partido de esta posición de ventaja para exportar la crisis y el paro a otros países. La depreciación del dólar restará, así, competitividad a los productos de la zona euro y penalizará sus exportaciones, rebajando la contribución del sector exterior al relanzamiento económico. Si a esto añadimos la constelación de recortes presupuestarios y salariales que se han venido aplicando en los países europeos, con España a la cabeza, nos encontramos con que tampoco resulta previsible que sea la pujanza de demanda interna la que vaya a tirar de la actividad económica en estos países en 2011.
En la economía española, la burbuja inmobiliaria, además de haber forzado hasta el límite el endeudamiento, ha dejado una sobredosis de inmuebles en busca de comprador: un stock de más de un millón de viviendas en venta, y de dos millones si se añaden las viviendas paradas a medio construir y las proyectadas pero todavía no iniciadas. Con semejante stock de viviendas en venta o en proyecto y con unos hogares fuertemente endeudados, no cabe pensar que vaya a repuntar de verdad en esta legislatura el motor inmobiliario del crecimiento. Para facilitar la digestión de tan desmesurado stock, habría aportar información fidedigna sobre la evolución del mercado inmobiliario, en vez ocultarla o deformarla, y establecer un marco institucional que ayude a reconducir parte de ese stock hacia el mercado de alquiler libre y social. Preocupaciones como estas ligadas al cambio de modelo económico deberían marcar la tercera parte de la legislatura, en vez de anunciar de nuevo vanamente el milagro de la recuperación.

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