Del consejo editorial

El Gobierno y la ciencia

MIGUEL ÁNGEL QUINTANILLA FISAC

Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia

La tramitación parlamentaria de la nueva Ley de la Ciencia se inició con una sola enmienda a la totalidad, que sólo obtuvo un voto a favor. El resto de los grupos han prometido hacer esfuerzos para lograr el máximo consenso, y en ello parece que están. Por otra parte, la batalla de los Presupuestos también ha empezado bien para la ciencia, si se juzga la situación en términos relativos: el de Ciencia e Innovación es el ministerio que menos recortes ha sufrido, después de Trabajo e Interior. En un momento en que se están pidiendo los máximos sacrificios a todo el mundo, no está tan mal saber que los fondos para proyectos de I+D y para innovación apenas se van a ver afectados. Así que se puede decir que las cosas van mejor de lo que parece en política científica.
¿A qué se debe entonces la inquietud que se detecta en una parte de la comunidad científica española y que tiene su reflejo incluso en publicaciones internacionales? Desde luego, no sería la primera vez que los consensos políticos en favor de la ciencia han resultado ser más retóricos que efectivos y muchos científicos temen que esto pueda volver a repetirse, ahora que la crisis económica ofrece una coartada perfecta para imponer recortes y para justificar un mayor interés del Gobierno por el apoyo a la innovación en las empresas que a la investigación básica.
El miedo es libre y la arena mediática está abierta para todos. Pero sería deseable evaluar racionalmente si el Gobierno sigue mereciendo un voto de confianza, aunque sea provisional, en relación con la política científica. Yo creo que sí. De hecho, el Ministerio de Ciencia e Innovación ha salido consolidado de la última crisis gubernamental, lo cual es bueno para la ciencia. Y hay algunos otros indicios que apuntan en la misma dirección: el vicepresidente primero, creo que por primera vez en la historia de nuestra democracia, es un hombre de formación científica, que empezó su carrera en los ochenta, en el área de la política científica y universitaria, y que en los años noventa fue titular del Ministerio de Educación y Ciencia. Por otra parte, en el Consejo de Ministros siguen sentándose algunos de los actores (Miguel Sebastián, Elena Salgado) que, junto con Mercedes Cabrera, contribuyeron decisivamente al impulso que recibió la I+D en la legislatura anterior. No veo que haya razones para temer que este Gobierno se desentienda de la ciencia. Dejémosle respirar.

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