CARMEN MAGALLÓN
Pasan los días, pero la consternación y la indignación por los acontecimientos ocurridos en el Sáhara siguen invadiéndonos. Una vez más, los derechos humanos han sido vapuleados. Los derechos del pueblo saharaui allí acampado y los de los profesionales de la información. Tras contemplar la brutalidad del poder volcada sobre una protesta pacífica, la postura inane del Gobierno español y la indiferencia de las potencias con capacidad de influir, Estados Unidos y Francia, esta reflexión no pretende hacer un análisis del problema, sino preguntarse si hay alguna esperanza para los hombres y mujeres saharauis.
El panorama está más bien oscuro. Pero viendo la sensibilidad y la respuesta de un sector importante de la sociedad española, tal vez sea de la sociedad civil de donde puede llegar algo de luz. Según Mary Kaldor, la sociedad civil hace referencia a "la ciudadanía activa, a la organización que crece fuera de los círculos políticos formales, así como al espacio ampliado en el que los ciudadanos individuales pueden influir en las condiciones en que viven, tanto directamente mediante la autoorganización como ejerciendo presión política". La sociedad civil española es consciente de la responsabilidad histórica que le concierne, la responsabilidad de la descolonización de un territorio, el Sáhara, según el mandato de Naciones Unidas. Algo que los sucesivos gobiernos han ido desdibujando, al hilo de las prioridades que impone la real politik, la política de los intereses.
La sociedad civil no es que sea ajena a la política de intereses, pero puede influir para que se inviertan las prioridades. La sociedad civil española puede mantener una posición constante de hermanamiento con el pueblo saharaui y no cejar en las reclamaciones al Gobierno para que actúe a su favor. Puede poner la solidaridad con el pueblo saharaui por delante de los intereses de la pesca en aguas marroquíes, por ejemplo. Sólo que es difícil que pueda lograr su propósito actuando en solitario. En un mundo de intereses globalizados, también la sociedad civil necesita aliarse por encima de las fronteras para incidir en la realidad. ¿Es posible hacer crecer una alianza cosmopolita que desde la sociedad civil de los países con influencia en la zona erosione la política de los intereses? ¿Dónde está la sociedad civil marroquí solidaria con el pueblo saharaui? ¿Y la francesa? ¿Y la estadounidense?
Carmen Magallón es directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz.
Comentarios
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