De lunes

Somos víctimas de las navajas entre cajas

El coste de la batalla por el poder es un elemento difícil de ponderar desde el punto de vista económico. Depende de las circunstancias. No es lo mismo la batalla de poder por situarse en la carrera de candidatos a suceder a Zapatero que la batalla entre presidentes autonómicos, alcaldes o cargos de provincias que se niegan a perder influencia, poder y dinero con la fusión de "su" caja de ahorros.

En este país cuarenta cajas de ahorros participan en un proceso de fusión del que únicamente quedarán doce entidades. Por eso decenas y decenas de cargos de comunidades autónomas y ayuntamientos, ejecutivos y ejecutivillos, pelean a brazo partido en cada una de esas cuarenta cajas para salvar su gran o pequeña cuota de poder. Cada uno de los implicados en la lucha lleva una navaja en la mano y así los caminos van quedando sembrados con heridos de diferente gravedad.

Pero hay otro tipo de heridos -o muertos- ajenos a esas disputas. Somos el resto de los ciudadanos, convertidos en "daños colaterales". Mientras las fusiones se retrasan además de por números, por peleas de tipejos que tratan de salvar su pellejo, miles de pequeñas y medianas empresas se asfixian, a la espera del crédito que nunca llega y cierran sus puertas, dejando a gente en la calle. Y los emprendedores que quieran montar su propia pyme ¿adonde van a buscar crédito, si las potenciales dadoras están enzarzadas con sus intereses espúreos?

La cuestión es ¿por qué no pone orden el Banco de España en esas luchas? ¿Será que es más fácil dar doctrina sobre reforma laboral que enfrentarse a un presidente autónomico?

El coste de la batalla por el poder es un elemento difícil de ponderar desde el punto de vista económico. Depende de las circunstancias. No es lo mismo la batalla de poder por situarse en la carrera de candidatos a suceder a Zapatero que la batalla entre presidentes autonómicos, alcaldes o cargos de provincias que se niegan a perder influencia, poder y dinero con la fusión de "su" caja de ahorros.

En este país cuarenta cajas de ahorros participan en un proceso de fusión del que únicamente quedarán doce entidades. Por eso decenas y decenas de cargos de comunidades autónomas y ayuntamientos, ejecutivos y ejecutivillos, pelean a brazo partido en cada una de esas cuarenta cajas para salvar su gran o pequeña cuota de poder. Cada uno de los implicados en la lucha lleva una navaja en la mano y así los caminos van quedando sembrados con heridos de diferente gravedad.

Pero hay otro tipo de heridos -o muertos- ajenos a esas disputas. Somos el resto de los ciudadanos, convertidos en "daños colaterales". Mientras las fusiones se retrasan además de por números, por peleas de tipejos que tratan de salvar su pellejo, miles de pequeñas y medianas empresas se asfixian, a la espera del crédito que nunca llega y cierran sus puertas, dejando a gente en la calle. Y los emprendedores que quieran montar su propia pyme ¿adonde van a buscar crédito, si las potenciales dadoras están enzarzadas con sus intereses espúreos?

La cuestión es ¿por qué no pone orden el Banco de España en esas luchas? ¿Será que es más fácil dar doctrina sobre reforma laboral que enfrentarse a un presidente autónomico?

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