Dentro del laberinto

Fresas salvajes (primera esquina)

Cuando el pasado viernes Liv Ullmann recibió el Premio Donostia, gran parte del público que unos días antes vitoreaba y chillaba al paso de Richard Gere, homenajeado también por el Festival de San Sebastián, se quedó en su casa. Una lástima, porque mientras Gere aportaba únicamente su desbordante simpatía, y su carisma, Liv Ullmann recordaba un momento en el que el cine europeo se mostraba deslumbrante, sobrio y serio. En la lucha contra el tiempo, Ullmann ha vencido: ha aceptado peso y arrugas, frente al pánico que a otras actrices les despiertan ambos. Bella y digna, en su discurso de agradecimiento guardó espacio para recordar a las mujeres que sufren en todo el mundo, y su fascinación por la oscuridad del cine, un espacio en el que aún pueden compartirse emociones con el extraño contiguo.

En eso, Ullmann seguía las teorías de Ingmar Bergman, que se apartaba de la atracción por los paisajes y los objetos: la proximidad del rostro humano es sin duda lo que brinda su nobleza y sus características a una película, afirmaba. Ni en la vida ni en el cine se siguen sus recomendaciones, como tampoco los buenos deseos de la Ullmann se verán satisfechos.

Durante los últimos días se ha querido leer en las declaraciones de los obispos españoles una condena a las madres solteras, a las que las medidas del Gobierno pretenden aumentar la ayuda por hijo nacido. El modelo de familia de la Conferencia Episcopal se aparta cada vez más de una realidad compleja, desgarradora, y en la que muchos niños no nacen ni cuando ni entre quienes debieran.

Los obispos han afirmado que todos los hijos poseen igual dignidad; resultaba innecesario aclararlo. Son las uniones sexuales las que suponen un problema aún no resuelto para la Iglesia Católica. Si el pecado de los padres recaía antes sobre los hijos, ahora la tendencia se ha invertido. La condición de los hijos determina la soledad, la posición económica de sus padres, y sobre todo, de sus madres. Liv Ullmann se hubiera sorprendido de que su discurso pudiera resultar, en este tema, tan acertado. 

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