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Cuando hay fe, hay esperanza

Este Barça de Guardiola parece empeñado en ganarlo todo este año. Y va camino de ello. Sobre todo, si da muestras de una fe inquebrantable como anoche en Stamford Bridge.

El encuentro se había convertido desde el obús de Essien en el camino al Gólgota. Con la cruz a cuestas, los azulgrana parecían destinados a una crucifixión dolorosa. El Chelsea usó sus armas a la perfección. Engatusó al Barça, le llevó a su terreno. Se puso cómodo en el tupido césped. Con una defensa colaborativa, físicamente superior, los de Hiddink no dejaron que el balón llegara a la portería de Cech ni un sola vez.

Arriba, sus recursos eran los que todos conocemos. Balones largos a Drogba, alguna que otra diagonal para Anelka y las jugadas a balón parado. Tuvo oportunidad el conjunto inglés de acelerar la muerte azulgrana. Pero dejó el hilo de vida necesario. El que sostuvo Valdés con sus paradas.

En el descanso, el profeta Guardiola hizo ver la luz a sus discipulos. "Hay que creer hasta el final".  Y con la fe ciega del creyente, el Barça se entregó en cuerpo y alma. Hasta que, cuando todos lo daban por muerto, resucitó.

Si Messi es el dios de este Barça, Iniesta se convirtió en el mesíasEn el momento más trascendente, obró el milagro. Si ya era adorado por muchos, anoche ascendió a los altares del barcelonismo con ese derechazo lleno de esperanza.

Cuando un equipo adopta como religión la íntima unión con el balón, siempre hay que creer en sus posibilidades. Esa es la enseñanza de Guardiola y la lección interiorizada de todos los jugadores. Por eso han conseguido hacer de su fútbol el octavo arte. Una creencia, una religión.

El 27 de mayo toca el último acto de fe. En la Ciudad Eterna, testigo de muchas épicas y unos cuantos martirios. Este vez, enfrente estarán los 'diablos rojos', un equipo con un veterano profeta, creyentes de la religión del triunfo y con un cristiano con mayúsculas.

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