Desde lejos

Esclavos

El Ministerio de Trabajo argentino acaba de denunciar a la multinacional Nidera –de capital argentino y holandés– por utilizar mano de obra "sometida a servidumbre". O sea, esclava. Nidera, que produce granos, trasladó a 180 temporeros a una de sus fincas y los puso a trabajar como si fueran perros: les retuvo los documentos de identidad para que no pudieran salir, los hacinó en barracas inmundas sin baños ni agua potable y les descontó de sus salarios el precio de la ropa de trabajo y de la comida. Para colmo, 60 de los temporeros eran menores.
Me alegro de que el Gobierno argentino se haya tomado en serio un asunto tan deplorable como ese. Pero lo cierto es que este caso es sólo la punta diminuta de un iceberg inmenso: según la Organización Internacional del Trabajo (poco sospechosa de exageraciones), hay al menos 1.300.000 seres humanos trabajando en condiciones parecidas en Latinoamerica. He oído hablar de algún empresario español con intereses allí que asegura que, si no se les trata de esa manera, los negros y los indígenas no curran...

La esclavitud moderna es una realidad ante la que casi todos cerramos los ojos. Muchas de las
cosas que compramos a diario proceden de empresas donde los trabajadores son tratados peor que animales. Pero no hace falta irse a América, o a Asia o África: lo tenemos aquí mismo. ¿Alguna vez las administraciones y la justicia van a investigar seriamente la situación de muchos de los inmigrantes del campo español, sobre todo en
Levante y Andalucía? ¿Qué precio pagan esas personas por cultivar las frutas y verduras que nosotros comemos alegremente...?

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