Desde lejos

Un político en el banquillo

Tenemos la sensación de que los poderosos siempre se libran del castigo a sus delitos, sean estos voluntarios o fruto del error. Por decirlo mejor: no es sólo que tengamos la sensación, sino que, en numerosas ocasiones, esa es la realidad. Las recientes elecciones nos lo acaban de demostrar: los partidos políticos han colocado alegremente en sus listas a muchos imputados en casos de corrupción y millones de votantes han avalado con sus papeletas su comportamiento.

Más allá de eso, hasta ahora no habíamos visto que nadie fuera juzgado por su responsabilidad en la gravísima crisis económica mundial. Especuladores, banqueros, gobernantes cómplices, responsables de altísimas instituciones económicas o políticas... Ninguno parece tener nada que ver con la quiebra de pequeñas empresas, la tragedia de multitud de familias de medio mundo, el hundimiento de la economía de países cada vez más débiles o la falta de futuro de muchedumbres de jóvenes (ninguno salvo el famoso Madoff, pero es que ese estafó a los ricos y no a los pobres, y ya se ocuparon ellos de ir a por él).
Por eso me sorprende el poco interés que los medios de comunicación españoles –con alguna excepción, como este periódico– han demostrado ante un hecho insólito ocurrido estos días, la vista previa del juicio contra el ex primer ministro islandés, Geir H. Haarde, acusado de negligencia en el colapso bancario que hundió a su país hace casi tres años. ¡Un político sentado en el banquillo por no hacer las cosas como es debido y no prestar atención a los avisos de la catástrofe! ¿Será que los medios permanecen callados para no dar ideas...?

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