Desde lejos

Esa pobre enseñanza

Qué duda cabe de que el de la educación es uno de los grandes asuntos de cualquier país. Y de que, en el nuestro, el tema es realmente preocupante: nuestro fracaso escolar es el más elevado de Europa, y los resultados en el Informe PISA son lamentables. ¿Razones? Muchas, como suele ocurrir cuando los problemas son graves. Muchas que podrían resumirse en dos: un cierto desinterés general de la sociedad y esa temible frivolidad que tanto caracteriza a muchos de nuestros políticos y que les ha llevado a hacer de algo tan serio un asunto partidista y electoralista.

Ya hemos vuelto a las andadas. Rubalcaba ha comenzado su camino hacia las urnas haciendo caer el peso de la responsabilidad sobre los enseñantes. Pero no reconociendo, por ejemplo, que están mal pagados, que los programas que tienen que impartir son a menudo densísimos y farragosos y que, en general, lo que se ha primado aquí durante décadas es la mediocridad escolar. No aceptando su parte de culpa como miembro de varios gobiernos, sino dándonos a entender que el problema radica en la mala preparación de los profesores.
Lo que faltaba es que se añadiera ahora a los análisis miopes la voz de la CEOE –¿en nombre de qué?– con un informe infumable en el que se afirma que la herencia genética tiene más que ver con el rendimiento escolar que las condiciones socioeconómicas o que el papel de las mujeres en la enseñanza es negativo porque priman el cuidado de sus hijos sobre la atención a sus alumnos. ¡Válgame Dios (no sé si el dios de los autores de ese estudio)! Lo siento, pero me temo lo peor para el futuro. Si es que las cosas aún pueden empeorar.

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