Desde lejos

Las piernas

Noventa y cinco millones de euros. No sé cuánto es. Dejo volar la imaginación. Me pregunto cuántas escuelas se podrían construir con ese dinero. Cuántos pequeños hospitales. Cuántas viviendas resistentes a las grandes lluvias. Cuántos pozos de agua potable se podrían excavar. Cuántos terrenos baldíos preparar para la cosecha. Cuántas minas destruir. A cuántas personas se podría alimentar durante, pongamos, una década. A cuántos niños enfermos devolverles la salud.

Sigo pensando. También se podrían pagar los sueldos de muchos maestros. Los de infinidad de médicos y enfermeros. Los de investigadores que trabajan, por ejemplo, en la lucha contra la malaria o contra el cáncer o contra el sida. Los de científicos que nos ayudan a entender el mundo. O los de pensadores que nos hacen ser mejores seres humanos.

Pero nadie cuesta 95 millones de euros. Ni el hombre o la mujer más sabios del planeta. Ni los más bondadosos. Eso sólo lo vale un chico que mueve muy bien las piernas y hace que la gente pase un buen rato. Claro que nadie regalaría esa cifra a ningún proyecto de futuro, aunque salve la vida o la dignidad de muchísima gente, si no va obtener un rendimiento superior. Pura lógica capitalista y absurda de una sociedad disparatada.

Sin embargo, miles de personas van a aplaudirle a su presentación. Seguro que muchas de ellas están en el paro, o no pueden permitirse pagar estudios universitarios a sus hijos, o acaban de perder su casa por no poder hacer frente a la hipoteca. Pero las piernas de ese chico meterán goles y ellas darán gracias a Dios y a Pérez por los 95 millones. No pasa nada.

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