Desde lejos

Hospitales del PP

Mi amiga E. tuvo que llevar hace unos días a su madre a urgencias. Tras examinarla en La Paz, los médicos decidieron ingresarla. Pero como ese hospital estaba abarrotado, la derivaron al de Tres Cantos, un viejo centro destartalado, al que suelen ir a parar los ancianos más o menos desahuciados, aunque ese no fuera el caso de la persona de la que les hablo.
El trato tanto por parte de los médicos como de las enfermeras fue estupendo. Pero la madre de mi amiga tuvo que soportar que, por dos veces, le colocaran en la cama de al lado a una mujer casi centenaria y agonizando. Ya se pueden imaginar que para sus nervios y para su estado de salud, delicado aunque no grave, la presencia de esas pobres ancianas resultó angustiosa. Por no hablar de lo que sentirían los familiares de las moribundas, viéndolas acercarse durante larguísimos días a la muerte sin ninguna intimidad.

Al cabo de dos semanas de ingreso y aún enferma, los médicos aconsejaron a E. que se llevara a su madre a casa si no quería correr el riesgo de una infección hospitalaria. Había un montón de enfermeras de baja por estrés, le dijeron, y no eran sustituidas por nadie, de tal manera que las que estaban en activo prestaban turnos eternos y llenos de agobio, en los que ni siquiera les daba tiempo a cambiarse después de atender a los pacientes infecciosos.

Así están los hospitales de la Comunidad de Esperanza Aguirre. Hospitales en manos del PP, que se lanza a las calles para impedir que las mujeres puedan abortar. Me parece bien que defiendan un proyecto de futura vida. Pero ¿qué pasa con los vivos cuando se ponen enfermos o les toca morirse? ¿Acaso esos no importan?

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