Desde lejos

La comisaria y la verdad

Tiene razón Viviane Reding, la comisaria de Justicia y Derechos Fundamentales de la UE, cuando afirma que "si un hombre da un golpe en la mesa es un machote y está defendiendo su punto de vista; si lo hace una mujer, es una histérica". Histérica, esa definición profundamente elaborada por el padre Freud, aquel que consideraba que las mujeres padecemos problemas psíquicos a causa de nuestra "envidia del pene". La comisaria podría haber añadido unas cuantas cosas más. Por ejemplo, que un hombre con ambición es un tipo como es debido, pero que una mujer dotada de esa ansia (bastante natural) es una arpía. Que las reinas o amantes de reyes y hombres de Estado que trataron a lo largo de la historia de participar del poder, siguen siendo juzgadas como intrigantes o brujas. Que una mujer que triunfa en el campo que sea es todavía considerada por muchos hombres como un peligro, un ser alejado de ese estereotipo de la femineidad que aún nos quiere jugando un papel secundario. Tiene razón la comisaria cuando afirma que creía –igual que lo creíamos muchos– que después de la barbarie del Tercer Reich no volveríamos a ver deportaciones masivas de personas tratadas como si fueran todas ellas delincuentes por el hecho de mantener costumbres diferentes (y sin duda alguna, molestas). Tiene más razón que un santo al recordarnos que en la Unión Europea "las leyes se aplican individualmente". A pesar de carecer de pene y de los archifamosos testículos, la comisaria ha sido la única capaz de decir la verdad. Y parece por las reacciones que ha puesto el dedo en la llaga. No sé si femenina o masculinamente.

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