Desenredando

Pongamos que hablo de apropiación cultural

Un porcentaje significativo de las preguntas que muchas personas me hacen en mis redes sociales giran en torno a la apropiación cultural. Deduzco, por tanto, que se trata de un tema que preocupa bastante. A las personas blancas, quiero decir. Lo que me encuentro con más frecuencia, por esto del activismo estético, es la pregunta de mujeres blancas que quieren saber si caen en la apropiación cultural al hacerse trenzas o dreadlocs (lo que llamáis rastas).

Me suele pasar, con este tipo de preguntas sobre la apropiación cultural, que  me quedo con la sensación de que dominar la apropiación cultural es una de las piedras angulares en la lucha antirracista para aquellas personas que se consideran aliadas. De nuevo, para las personas blancas.

Imagen sobre apropiación cultural.
Fuente: azmagazine.co.uk/

En verdad a mí me cansa bastante tener que hablar de la apropiación cultural, y aún así cada tanto recibo una nueva tanda de preguntas de personas que quieren saber si con sus prácticas están cayendo en la apropiación de una cultura determinada. Que esa es otra: yo puedo hablar de apropiación cultural hasta cierto punto, pero a la que me preguntan sobre la práctica del yoga, los vestidos tradicionales de los Andes, el consumo de quinoa o la aplicación de henna, ahí yo me tengo que callar porque no pertenezco a esas culturas y no soy quién para decir según qué.

Sigamos. Decía que mi sensación suele ser que, de un tiempo a esta parte, a un número considerable de personas les parece fundamental desenredar los entresijos de la apropiación cultural. Como si controlar el tema a la perfección implicase una conciencia antirracista elevada. Como si identificar la apropiación cultural fuese el último escalón en el Manual del Perfecto Aliado Antirracista.

Para mí la apropiación cultural es una práctica muy concreta (y que sí, se debe al racismo) dentro de un mar muy grande. Aún así, considero que es algo que preocupa demasiado, cuando hay temas en los que sería deseable el mismo interés. Me da la sensación de que todas las vueltas que se dan sobre la apropiación cultural no son más que una gran cortina de humo que nos distrae de otros muchos temas.

Si quieres saber qué pienso sobre la apropiación cultural, te invito a que veas este vídeo y después podemos seguir hablando sobre el tema.

 

Ojalá toda esa sensibilización y toda esa preocupación que veo por hacerse unas trenzas se enfocase en apoyar otros temas urgentes y que inciden en la comunidad africana y afrodescendiente de forma muy directa y violenta. De verdad, chiqui, sería impresionante ver el mismo interés.

Me da la sensación de que todas las vueltas que se dan sobre la apropiación cultural no son más que una gran cortina de humo que nos distrae de otros muchos temas.

Ojalá esa sensibilidad para unirse a la lucha contra una ley de extranjería que impide a las personas migrantes llevar una vida digna en España. Ojalá esa sensibilidad también hacia las personas exiliadas. Ojalá esa misma preocupación por acercarse a las personas migrantes, a sus preocupaciones y a sus luchas diarias, que no son pocas.

Ojalá ese interés por dejar de criminalizar sistemáticamente a las personas racializadas, que somos objeto de detenciones policiales racistas por perfil étnico bajo la mirada de las personas que nos rodean que, más que acercarse a prestar su privilegio, miran mientras piensan para sus adentros "si le han parado, algo habrá hecho". Y muchas veces no hacemos nada más que circular por la ciudad, pero ese derecho lo tenemos condicionado porque no paran de pararnos para garantizar la seguridad de quienes sí tienen el privilegio de deambular libremente sin siquiera atisbar que la policía pueda pararles sin más, porque sí.

Sería maravilloso ver todo ese afán por respetar las culturas minorizadas dirigido a la lucha por el cierre de los CIE, esos campos de concentración en los que el estado español sigue encerrando a personas que no tienen papeles... que no tienen los papeles que el estado español quiere que tengan, vaya. O por la organización de vuelos de deportación que se van produciendo y de los que se suele pedir una difusión... que siempre es escasa.

Y ojalá esa mirada hacia las concertinas, esas vallas de alambre con cuchillas que rodean y fortifican la llegada a Europa por Ceuta y Melilla, en las que miles de personas se dejan literalmente la piel y la vida. Porque nos parece atroz (y lo es) que Donald Trump quiera construir un muro entre Estados Unidos y México, pero no tenemos ni idea de lo que pasa en la Frontera Sur, de cómo las fuerzas de seguridad ejercen precisamente eso (toda su fuerza) contra los cuerpos que intentan saltar esas vallas huyendo de lo que sea. Que no se nos olvide que nadie deja a su familia (a veces sin que la familia lo sepa) para jugarse la vida cruzando un mar en el que puede terminar flotando su cuerpo muerto, dejándose no solo la vida, sino también el ser. Porque cruzar ese mar implica dejar de ser quien se era para ser simplemente un cuerpo flotando, si no se consigue superar la hazaña, o un inmigrante o un subsahariano, en el caso de llegar al otro lado del estrecho con vida.

Sin embargo seguimos poniendo el foco en la apropiación y sobre si cada conducta, estilo musical, indumentaria o peinado es apropiación, apreciación o intercambio cultural. Y lo que es peor, cuando alguien pregunta si una determinada conducta cae en la apropiación cultural y una persona racializada le dice que sí, ese sí no suele ser suficiente: hay que aportar pruebas, bibliografía, estudios, informes... porque nuestra palabra, nuestra experiencia nunca es suficiente. Porque siempre se nos piden más matices. Porque siempre se os ocurre una excepcionalidad más.

El sí que damos, que debería ser definitivo, nunca lo es. Se os ocurre un nuevo aspecto a debatir, una nueva justificación más para mantener el privilegio de hacer  de (y con) las prácticas culturales ajenas lo que os apetezca desde la blanquitud. De reducirlas a simples carnavales, outfits o lo que se os ocurra y apetezca.

Porque mientras intentamos desenredar la complejidad de la apropiación cultural no nos enredamos en luchas que, muchas veces, implican significarse demasiado. Porque queremos ser aliades, pero no todo el rato. O solo para lo que mola, que es lo cultural y lo relativo a las artes. Lo político y lo humanitario quizás requiere demasiado y, tal vez, todavía no estamos lo suficientemente preparados o no sabemos cómo ni por dónde meternos.

 

 

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