Artículo del director

Parad la porcina campaña contra Camps

Hay que acabar con esto. No son de recibo ni los que gritan “We Camps” ni los que piensan “Mein Camps”. Se empieza incubando la crispación... Es que este país no aprende nunca. Tiene razón ese que habla tan bien, pongamos Pons, cuando asegura que esta “porcina” estratagema de la izquierda fue una campaña de algo inexistente para que el PP no ganara las elecciones de Galicia y ahora que la cosa está ya en los juzgados vuelve a ser una campaña para que no gane las europeas.

Por supuesto que lo de Bermejo fue muy distinto. Un fiscal bravo, que debía haber seguido su vocación de músico en grupo pop en lugar de meterse en Derecho, y que cuando se le pararon los pies rebrotó como político para poner reglamento y orden en los juzgados. ¿Qué hacía él, fines de semana y fiestas de guardar, chaquetón verde y botas camperas, pegando tiros, invitado a veces, si decía que era rojo? Tenía toda la razón el aluvión de medios que exigió su cabeza, porque, ¿cómo un ministro de Justicia va a disparar el ocio sin permiso? Ahí está ahora el ex ministro, calladito en el escaño.

Ni comparar con lo de Trillo, uno de los más vociferantes a la hora de exigir la dimisión del otro. ¿Responsabilidad política por lo del Yak-42? Pero, hombre, si las elecciones en lista única lo condonan todo. ¿Responsabilidad moral? ¿En qué país estamos? Los confesionarios están abiertos para todos y los pecados se perdonan. El que no quiera usarlos, allá él. ¿Que los militares viajaban como ganado? ¿Es que vamos a estar toda la vida poniendo en riesgo la estabilidad con los aliados y tenemos que sacar a colación las comisiones de altos mandos de la OTAN? Las 62 bajas fueron de hombres que juraron entregar su vida por la patria, así que debían saber que se la jugaban.

¿Y lo del presidente de la Generalitat valenciana? ¡Ah!, afecta a la privacidad, afirman reputados analistas con experiencia en situaciones desairadas. Es que el sastre acusica ese no es de fiar, escriben otros. Lo que pasa en este país es que hay mucho hijo y nieto de gente que nunca levantó la cabeza, preocupada toda la vida de no clavarse la azada en los pies, que no quiere comprender. Muchos de ellos estudiamos, sí, pero no supimos elegir colegio y ahora nos dedicamos a embrollar.

Estamos obligados a saber que hay un grupo de emprendedores, da igual en tiempo de crisis o expansión, que son los que mueven la economía. Hijos de buena familia o asimilados con contactos que tapan problemas, resuelven urgencias. Son indispensables, aunque eso suponga contratas con sobreprecio pagado con el dinero de todos. ¿Y dónde, si no, quedaría el derecho al legítimo beneficio? Criticar el enriquecimiento fácil es pura envidia. Además, ¿cuándo el dinero de los impuestos se ha empleado al gusto de todos?

Camps, ahora lo hemos sabido, feliz él de haberlo podido explicar a su señoría, es un político sin dinero ni para gastos personales. Se lo tiene que dar su señora de lo que saca en la botica. Además, lo de “amiguito del alma” en privado se quedó en mero conocimiento en el camino entre el Palau de la Generalitat y el de Justicia. ¿Que además hubo regalos “inaceptables” para el imputado, su mujer y su hija? Tranquilos, ya se ha aclarado. Se devolvieron en la trastienda de esa farmacia solidaria. Pero cómo se va a apuntar fecha y detalle de esas cosas. El Bigotes, el donante, es uno de esos seres con almacén de presentes para amigos, simples detalles. No hay piedad para un político elegante, llamado en privado El Curita, que gana elecciones y al que aclaman como “tío Paco” dos pelotones de humildes, congregados por los patriarcas. Cómo no lo vamos a defender si es un valor sin cargos de la Justicia, razona Rajoy. Algún rival debería usar esa cola que asegura sonrisa perenne, blindada ante las situaciones más tensas.

El delito de cohecho está muy claro en el Código Penal, aunque conviene matizar. Por supuesto que es corrupción cuando el arribista de la izquierda, que los hay, llega a un cargo y acepta un reloj de marca rebozado en oro. ¿Pero cómo va a ser lo mismo para alguien que ha nacido con estas cosas por encima de las mesitas de casa? Y parad ya con los trajes. Debería ser público que los comerciantes se pelean por prestar atuendos. Los llevan y los recogen sin precio alguno porque luego los colocan arrugados con ganancia extra a gente que sabe valorar la distinción de arrugas y el sudor original de seres con la capacidad histórica de gobernar. Por encima de eternas rencillas, hay algo indiscutible: estamos en una democracia, pero aún hay clases.

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