Dominio público

El fuelle del precariado

Elías Trabada

CrendeSociólogo

Elías Trabada Crende
Sociólogo

En 2014, el 24,4% de la población activa se encontraba desempleada en España (media anual de la EPA), 14 puntos por encima del promedio de la Unión Europea (10,2%). En este entorno geográfico, emerge el porcentaje español como la segunda Tasa de Paro más elevada, tras el porcentaje griego (26,5%), contrastando negativamente con los porcentajes menores en la UE-28 que corresponden a Austria y Alemania (5%). En comparación con la media anual de 2013, se manifestó un descenso en el porcentaje español (-1,7 puntos), pero si recordamos que en 2011 la Tasa de Paro alcanzaba al 21,4% de la población activa de 16 y más años, transcurridos tres años de Gobierno del PP la Tasa de Paro creció tres puntos en España.

Desempleo de masas que tiende a ser estructural, como nos indica el Porcentaje de Parados de Larga Duración: en España, el 61,8% de las y los parados llevaban un año o más buscando empleo en 2014 (media anual), una proporción que aumentó casi 14 puntos con respecto a la de 2011 (48,2%). Desempleo masivo que, además, se cronifica: nada menos que el 42,5% de las y los parados buscaban empleo, al menos, desde hace dos años, con una subida de 18 puntos respecto al promedio de 2011 (24,7%). Asimismo, en la última evolución interanual, se observa que los Porcentajes de Parados de Larga Duración y de Muy Larga Duración crecieron en el Estado español, pero el segundo indicador lo hizo en mayor medida (+3,4 y +6,5 puntos, respectivamente).

Desempleo estructural que se cronifica en un ambiente institucional de políticas neoliberales que imponen importantes recortes del gasto social, donde aumenta el porcentaje de parados registrados sin prestación: en 2011 (media anual), el 66,8% de todas las personas paradas registradas por el SEPE eran beneficiarias de algún tipo de prestación por desempleo, Tasa de Cobertura que cae al 55,6% en el último año de 2014.

Pero no solamente disminuyó notoriamente el porcentaje de personas paradas con prestación (-11,3 puntos), sino también la distribución de las y los parados perceptores por tipo ha cambiado desde prestaciones económicas de mayor cuantía (nivel contributivo) a los subsidios de valor inferior (asistencial y RAI): en concreto, las contributivas pasaron de significar el 46,7% en 2011 al 41,7% del total de personas paradas que percibían prestaciones por desempleo en 2014 (media anual). Ambas tendencias contribuyen al crecimiento de la pobreza y exclusión entre las capas sociales afectadas por el desempleo estructural: en efecto, la Tasa de Riesgo de Pobreza o Exclusión Social (estrategia Europa 2020) abarcaba al 53,4% de las personas paradas de 16 y más años en 2011, ampliando su significación al 56,5% en 2013.

En la vertiente de la ocupación, la Tasa de Empleo entre la población de 16 y más años (media anual) creció ligeramente de 2013 (44,4%) a 2014 (45%). Así y todo, a pesar de la pequeña mejoría interanual en el empleo, la representación del colectivo de ocupados entre la población de 16 y más años en 2014 se situó claramente por debajo de la que tuvo en 2011, tanto en términos absolutos (-1.077.200 ocupados) como relativos (-2,4 puntos respecto a 47,4%).

Por lo demás, en la ocupación han tenido lugar dos cambios notables entre 2011 y 2014: por un lado, se percibe una tendencia gradual al alza en la Tasa de Parcialidad, cuyo valor creció desde 13,6% a 15,9% de personas ocupadas con jornada a tiempo parcial. No obstante, esta modalidad de jornada alcanza en España una importancia relativa apreciablemente menor en relación al promedio de la UE-28 (20,3%, media del primer al tercer trimestre de 2014). En todo caso, diversos estudios sociológicos nos informan sobre el predominio de la "involuntariedad" entre las personas ocupadas a tiempo parcial en el Estado español, es decir, preferirían una ocupación a jornada completa. Parcialidad no deseada que implica inferior remuneración, cotización y nivel de protección social, así como límites a la carrera profesional, en comparación con la misma ocupación a jornada completa.

Por otro lado, la Tasa de Temporalidad, después de un descenso de 2011 a 2013, en su última evolución interanual creció un punto, significando el 24% de temporales entre las y los asalariados estimados por la EPA para 2014 (media anual). Por consiguiente, el aumento del número de personas asalariadas entre 2013 y 2014 (+216.700) se concentró en la contratación temporal (79,9%). Una temporalidad entre la población asalariada que resalta como la segunda más elevada entre los países de la Unión Europea, pues únicamente la supera el porcentaje polaco: 28,2%, con un promedio del 14% en la UE-28 (media del primer al tercer trimestre de 2014).

Grafica-DP

La creciente parcialidad en la ocupación (en su mayoría no deseada), una elevada temporalidad aún más en alza entre la población asalariada y un desempleo de masas que se cronifica son tres aspectos complementarios y estrechamente relacionados en el capitalismo neoliberal y su modo de regulación posfordista, tal como se ha consolidado en España. Durante los últimos tres años, el Gobierno del PP ha promovido una enérgica "vuelta de tuerca" dirigida a recuperar márgenes de beneficio atractivos para que el empresariado capitalista reactive la creación de empleo. En este sentido, la reforma laboral aprobada en febrero de 2012 abarató el coste del factor trabajo, promoviendo formas de contratación precarias, bastante flexibles y atípicas, que desestabilizan y deterioran la centralidad de la relación salarial estable a tiempo completo, impulsando una pronunciada dualización entre trabajadores estables versus inestables y subempleados.

Al mismo tiempo, un elevado paro estructural y la debilidad de las prestaciones sociales presionan a la baja el nivel salarial en los mercados de trabajo. En otras palabras, el «látigo del hambre» al que se refirió el sociólogo Max Weber debilita el poder social de negociación de mercado de las y los trabajadores (Prieto, 1994), acuciándolos a aceptar contratos precarios y retribuciones inferiores. En 2011, el 31,9% de las personas asalariadas en el Estado español percibían una remuneración inferior al Salario Mínimo interprofesional, subiendo esta categoría al 34,5% en 2013. En este entorno de sueldos a la baja, crece el porcentaje de personas ocupadas de 16 y más años con dificultad o mucha dificultad para llegar a fin de mes: del 21,9% en 2011 al 29,8% en 2013. En definitiva, el empleo ya no es una condición suficiente para superar o no precipitarse a la pobreza económica, comprendiendo la Tasa de Riesgo de Pobreza o Exclusión Social (estrategia Europa 2020) al 14,8% de las personas ocupadas de 16 y más años en 2013 (ECV).

En general, la última reforma laboral exacerbará el «efecto acordeón» en los mercados de trabajo según la fase del ciclo económico: la creación numerosa de empleo precario durante la fase de crecimiento conlleva un aumento masivo del paro por la rápida destrucción del empleo precario en la fase recesiva. A la luz de esa relación, la premisa neoliberal que ha animado la reforma del mercado laboral aprobada por el Gobierno del PP de que una mayor flexibilidad laboral, facilidad y disminución de los costes de despido favorecerán la creación de empleo por parte del empresariado resulta "una verdad a medias", pues así como acontece una crisis se revela con claridad su sentido oculto: mayor flexibilidad laboral = exceso de empleo precario crisis capitalista = desempleo de masas. Ciertamente, los mercados de trabajo del capitalismo neoliberal y posfordista constituyen el fuelle de un precariado que tiende a ser masivo.

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