Dominio público

La victoria de Macri y la nueva derecha argentina

Ayelén Oliva

Periodista y politóloga

Ayelén Oliva
Periodista y politóloga

En política lo esencial para intervenir es ganar. Los embates electorales de este año en Argentina han dejado a Mauricio Macri, actual alcalde de la ciudad de Buenos Aires y principal figura del partido liberal conservador Propuesta Republicana (PRO), como único ganador. Su triunfo este domingo frente al candidato oficialista del Frente para la Victoria (FpV) y actual gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, ha sido la última estación en un recorrido plagado de aciertos y triunfos electorales.

La primera victoria resultó previsible. Los resultados alcanzados en las primarias de la coalición Cambiemos, creada este año sólo con fines electorales para desbancar al kirchnerismo y en la que disputaron tres precandidatos presidenciales, fueron rotundos: Macri se alzó con la victoria con más del 80% de los votos. La segunda conquista fue una sorpresa tanto para el oficialismo como para la oposición: tras la celebración de la primera vuelta electoral del 25 de octubre pasado, Macri se colocó a una diferencia de tan solo tres puntos de Scioli, superando todos los pronósticos, y posicionando a Cambiemos como la segunda fuerza política argentina. A su vez, el triunfo de su candidata a gobernadora por la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, fue tal vez uno de los golpes más duros que recibió el kirchnerismo, que siempre apostó por conversar, al menos el distrito de mayor peso electoral y con una identidad esencialmente peronista.

Como puntada final, el resultado de este domingo llega para apuntalar la legitimidad del nuevo presidente que, a pesar de obtener una diferencia de tan sólo 700.000 votos sobre el candidato oficialista, ha logrado imponerse sin tener que negociar espacios con Sergio Massa, el tercer candidato más votado en las elecciones de octubre.

En definitiva, el macrismo se quedó con todas las plazas importantes: la provincia de Buenos Aires, el gobierno de la ciudad capital y el ejecutivo nacional. Cabe destacar también los distritos más poblados del país después de Buenas Aires, la provincia de Córdoba y la de Santa Fe, no fueron ganados por el macrismo y tampoco el kirchnerismo, sino por fuerzas provinciales.

Los efectos que vayan a tener las políticas impulsadas por el primer presidente argentino que llega al poder de mano de una nueva derecha, que no se ciñe ni al peronismo ni al radicalismo, podrán ser analizados tras el 10 de diciembre, cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner entregue la banda presidencial a Mauricio Macri, si bien él mismo ya adelantó sus intenciones de impulsar la liberalización impositiva a las exportaciones de grano y una política de devaluación. Pero sí podemos señalar que estas elecciones dejan un componente nuevo en la política argentina: la derecha ha llegado al poder mediante mecanismos democráticos y no por golpes cívico-militares. Eso sí, auspiciado por los principales dirigentes conservadores en América Latina, como Samuel Doria Medina en Bolivia, Lacalle Pou en Uruguay o Sebastián Piñera en Chile.

El único contrapeso que deberá enfrentar el nuevo gobierno del empresario Macri será la composición de un Congreso con mayoría propia del FpV en senadores. En diputados, si bien el bloque del FpV perdió espacios y el de Cambiemos sumó bancadas, continúa siendo el kirchnerismo la primera fuerza.

Las culpas al interior del kirchnerismo que rebotan de un lado al otro entre la dirigencia de Cristina o La Cámpora, el rol de los gobernadores y referentes locales al interior del partido Justicialista (PJ) o mismo el fracaso en el armado electoral en sus candidatos, modos y plazos, será algo que irá desvelándose con el correr del tiempo.

La presidenta Fernández de Kirchner resaltó que el rasgo más novedoso de esta campaña, a favor de su espacio político, fue el empoderamiento popular en la defensa de los derechos conquistados tras más de una década de gobiernos kirchneristas que se vio reflejado en un modo de hacer campaña en las redes sociales y en las calles que jugó por fuera de las estructuras partidistas.

El desafío inmediato del FpV será evitar la tentación de perderse en acusaciones en medio de un clima que se muestra propicio para hacerlo y ser capaz de constituirse como una oposición organizada y activa capaz de reacomodar su propia fuerza política sacudida en estos últimos meses de campaña.

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