Dominio público

La reforma laboral ha fracasado

Elías Trabada

CrendeSociólogo

Elías Trabada Crende
Sociólogo

El mes de noviembre ha finalizado con 4.149.298 parados registrados en España según el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), unos datos oficiales que, a simple vista, parecen positivos con respecto a los contabilizados en el mismo mes de 2011, pues suponen un decremento relevante (-6,1%). En cuanto al sexo, el declive se concentró en los varones (-14,1%), ya que aumentó en las mujeres (1,6%), y si consideramos la edad percibimos que el paro registrado retrocedió con notoriedad entre las y los menores de 25 años (-28,1% en hombres y -20,3% en mujeres), mientras entre los individuos de 25 y más años la tendencia regresiva se circunscribió a los varones (-12,2% versus 4,1% en mujeres).

Sin embargo, el declive del paro registrado no coincide con un aumento similar de los ocupados afiliados en la Seguridad Social: si comparamos los noviembres de 2011 y 2015, observamos que su número total prácticamente se mantuvo (en términos absolutos solamente creció en 19.056 cotizantes y en relativos un insignificante 0,1%).

Seguramente, esa disminución en el número de parados registrados más bien se deba a la combinación del efecto desánimo con una imagen social negativa acerca de la función de intermediación laboral que realiza el SEPE. Desempleados desanimados que no se registran o renuevan su inscripción trimestral en la oficina del SEPE, al apreciar que faltan ofertas de empleo en ese canal oficial. Ese desánimo interacciona con la representación de inutilidad del acto de apuntarse en la oficina del SEPE si no se tiene derecho a solicitar-cobrar una prestación por desempleo o ayuda pública. Asimismo, la insuficiente oferta formativa gestionada por el SEPE fomenta esa imagen social de ineficacia entre el colectivo de parados sin derecho a una prestación o ayuda, derivando en un subregistro oficial del desempleo real. Representación de inutilidad que potencia entre esos parados desanimados una percepción del mercado de trabajo como un ambiente económico donde se accede a las ofertas de empleo, principalmente, a través de las redes sociales en las que participa la persona (familia, vecinos, amigos, compañeros, etc.) y de las redes privadas de intermediación laboral como las articuladas por las empresas de trabajo temporal.

Prosigamos indagando sobre la supuesta disminución del colectivo de parados desde otra fuente estadística: la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre de 2015 estimó 4.850.800 parados en el Estado español, una cantidad que supone un decremento de -3% en relación a los datos de la EPA para el mismo trimestre de 2011. Durante este período de cuatro años, el número de ocupados también retrocedió (-2,4%), en consecuencia, el descenso en el numero de parados no se debió al aumento de los ocupados. Si el número de activos (ocupados y parados) decreció (-2,5%), los motivos de la disminución del número de parados debemos buscarlos en el colectivo de inactivos de 16 y más años, los cuales sí aumentaron (1,4%), y, además, en el declive de la población de 16 y más años (-0,9%).

De los datos de la EPA deducimos que el número de desempleados decreció entre los terceros trimestres de 2011 y 2015 porque una porción abandonó la búsqueda de empleo incorporándose a la situación de inactividad económica (estudiantes, prejubilados-jubilados, etc.) y otra parte de parados emigró al extranjero, principalmente para encontrar un empleo. Más en concreto, entre la EPA de los terceros trimestres de 2011 y 2015, el colectivo de inactivos aumentó entre los varones de 16 y más años (4,2%), al contrario de las mujeres de la misma cohorte (-0,4%). En cuanto a la variable edad, los crecimientos relevantes tuvieron lugar en los dos grupos polares: en 16 a 24 años a través de los estudiantes y en 65 y más años mediante los prejubilados-jubilados, aunque también resaltan los incapacitados permanentes en 55 a 64 años.

Ese crecimiento de inactivos entre los menores de 25 años tiene que ver con el efecto desánimo que mencionamos más arriba. Con la última crisis capitalista y recesión económica, se han visto abocados al desempleo de masas y de larga duración, derivando en un aumento de quienes buscan refugio en el sistema educativo. Pensamos que esta práctica de abandonar la búsqueda de empleo, o de retrasar la incorporación al mercado de trabajo, mediante la realización de un itinerario educativo postobligatorio ha aumentado sobre todo entre los jóvenes varones de clase trabajadora, un perfil social que en la anterior fase de crecimiento capitalista encontraba empleo con facilidad en las ramas de la construcción e industrias relacionadas. De ahí que, durante el período de análisis, las Tasas de Abandono Temprano de la educación-formación entre la juventud de 18 a 24 años hayan bajado más en los hombres (de 31% en 2011 a 25,6% en 2014) que entre las mujeres (de 21,5% a 18,1%).

Por otro lado, el número de parados también decreció como consecuencia de la emigración de efectivos de la cohorte potencialmente activa, como nos informa la Estadística de Migraciones del INE: los saldos migratorios con el extranjero para la cohorte de 16 a 64 años resultaron negativos en 2012 (-136.455), 2013 (-225.368), 2014 (-92.152) y también en la primera mitad de 2015 (-12.749 individuos).

En definitiva, a la luz del análisis realizado, concluímos que el descenso en el número de parados entre finales de 2011 y 2015, tanto de los registrados por el SEPE en noviembre como de los estimados por la EPA en el tercer trimestre, no es una consecuencia de la creación de empleo -ya que la cantidad de afiliados a la Seguridad Social realmente se mantuvo y la de ocupados decreció según la EPA-, sino de un efecto combinado de desánimo, búsqueda de refugio en los estudios, emigración, prejubilaciones-jubilaciones y también de incapacidades permanentes. Ciertamente, la reforma neoliberal del mercado laboral aprobada e implementada por el Gobierno del PP durante la legislatura que concluye ha fracasado en su propósito de reducir el número de parados aumentando el de ocupados. De hecho, nos encontramos en una situación parecida a la de finales de 2011 en cuanto a la Tasa de Paro general pero si atendemos a las Tasas por grupos de edad solamente en 35 a 44 años disminuyó su valor, mientras en los demás grupos aumentó, tanto en los jóvenes y preadultos como entre los maduros y mayores de 64 años. En suma, una legislatura desperdiciada para la deseada recuperación del empleo.

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