Dominio público

¿El fin del liberalismo?

Vicenç Navarro

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La mal llamada "Transición modélica" de la dictadura a la democracia se realizó en España en términos muy favorables a las fuerzas conservadoras, culpables de que España tenga una democracia muy incompleta y un Estado del bienestar muy insuficiente. Ni que decir tiene que se hicieron progresos y muy en particular en los años ochenta (acentuados por la presión y movilizaciones populares), cuando el enorme déficit de gasto público social por habitante de España con la UE-15 se redujo considerablemente, estableciéndose en el periodo 1978-1993 las bases para el desarrollo del claramente insuficiente Estado del bienestar. Pero a partir de 1993, cuando el Gobierno del PSOE se alió con la derecha catalana –CiU– y Pedro Solbes dirigió la política económica del Gobierno socialista, se implantó una cultura liberal, que incluyó una austeridad de gasto público (incluyendo el gasto público social), considerada necesaria para reducir el déficit del Estado y, de esta manera, alcanzar la convergencia monetaria. El gasto público social per cápita bajó en términos absolutos en los años 1993-1995 (época Solbes) para subir más tarde (con Rodrigo Rato) pero mucho más lentamente que en el promedio de países de la UE-15, con lo cual la diferencia de gasto entre España y la UE-15 aumentó considerablemente. Cuando, por fin, se consiguieron equilibrar las cuentas del Estado, tal déficit de gasto público social se había disparado de nuevo, colocando a España a la cola de la Europa social.

Este periodo 1993-2004 vio el triunfo de la cultura liberal que se reprodujo también en la sensibilidad del PSOE llamada Nueva Vía, liderada por el candidato Zapatero, guiado por su mentor económico, Jordi Sevilla, que en su libro El nuevo socialismo había escrito: "¿Alguien puede defender a estas alturas del siglo que un programa socialdemócrata debe estar a favor de más impuestos y más gasto público?". De ahí el mensaje de Zapatero de que "bajar impuestos es de izquierdas". En la Comisión Europea este pensamiento liberal estaba dirigido por el mismo Pedro Solbes, que se convirtió en el guardián de tal cultura de austeridad en la UE, asegurándose que el déficit de los estados miembros de la UE se mantuviera bajo, tal como instruye el Pacto de Estabilidad. Más tarde, cuando Pedro Solbes condujo la política fiscal y económica del Gobierno del PSOE, continuó la política de contención del gasto público, indicando en una entrevista a El País que "la medida de la cual estaba más orgulloso era la de no haber aumentado el gasto público" (22-07-09), dicho en el país que tenía un gasto público (incluido el social) per cápita más bajo de la UE-15. El dominio liberal en la cultura política y económica era tal que el gran debate en las elecciones de 2008 estuvo entre bajar el gasto público (la derecha) o mantenerlo (la izquierda gobernante), sin incluir su ascenso. La presión de los sindicatos y de los partidos a su izquierda forzó, sin embargo, un aumento del gasto público social por habitante en los últimos años (2004-2008), insuficiente, no obstante, para converger con el gasto público social promedio de la UE-15. España, cuyo PIB per cápita es el 94% del promedio de la UE, tiene un gasto público social (con el que financiar las pensiones, la sanidad, la vivienda social, las escuelas de infancia, los servicios domiciliarios y otros) que es sólo un 74% del promedio de la UE-15, lo cual quiere decir que deberíamos gastar 70.000 millones de euros más en gasto público social para alcanzar el nivel de gasto social que nos corresponde por el nivel de desarrollo económico que tenemos. España cuenta con los recursos para tener un Estado del bienestar mucho mejor que el que tenemos, pero el Estado no recoge estos recursos. La carga fiscal es la más baja y el fraude fiscal es el más elevado de la UE-15.

La crisis económica actual mostró las enormes insuficiencias de la cultura económica liberal de austeridad de gasto público. En España tal crisis dio pie a la salida del Gobierno de los arquitectos de aquella cultura de austeridad, y muy en particular de Solbes, lo cual ha creado una enorme protesta en los medios liberales (incluyendo El País) que habían canonizado a Solbes durante todos estos años. La línea editorial de aquel rotativo había representado uno de los máximos exponentes del pensamiento liberal al haber promovido la desregularización del mercado de trabajo y el retraso de la edad obligatoria de jubilación (entre otras medidas), apoyando al sector más liberal del PSOE representado por el hoy gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez (ver editoriales 23-04-09 y 12-02-07). Los recientes discursos de Zapatero parecían señalar una necesidad de cambiar estas políticas liberales, con un mayor incremento del gasto público social y una mayor carga fiscal, de carácter progresista, incluso a costa de enfrentarse a "los poderosos", que inmediatamente se movilizaron para acusarle de populista. Como era de esperar, Antonio Elorza se lamentó en El País de que Zapatero utilizara un lenguaje populista, siendo el único líder de Europa –según él– que habla de oponerse a "los poderosos" (27-09-09), acusándole además de dirigir un partido estalinista, incapaz de aceptar la crítica.

Algo semejante, aunque menos hiperbólico, escribió Santos Juliá el mismo día en El País. Lo que es llamativo es que no hubo ninguna acusación de supuesto estalinismo antes, cuando Zapatero y Solbes marginaron a las izquierdas de su equipo económico. Presentar, ahora, como hace Elorza, a El País como el diario crítico al Gobierno (cuando fue uno de los máximos defensores de su política liberal) y a Público como el gran defensor de Zapatero es un error fácil de demostrar. Hay más artículos críticos de la política económica y fiscal del Gobierno Zapatero en Público que en El País. Público es hoy uno de los escasos foros abiertos a las izquierdas. De ahí, la hostilidad hacia este foro por parte de los medios liberales (la mayoría) que se resisten a perder su monopolio ideológico.

Vicenç Navarro es  Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas en la Universidad Pompeu Fabra. Director
del Observatorio Social de España

Ilustración de Jordi Duró

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