Tania González Peñas
Eurodiputada y portavoz de Podemos en el Parlamento Europeo

Francia despierta y somos muchas las personas que miramos con curiosidad y simpatía las concentraciones que cada tarde se producen en la parisina plaza de La République. Jóvenes de edad y jóvenes de corazón, colectivos y asociaciones que se congregan para debatir y poner en común una preocupación compartida sobre el estado de la democracia francesa.

El Estado de emergencia en el que lleva sumida Francia desde los atentados de noviembre parece haber hecho olvidar a la clase política su vínculo con la ciudadanía. La llamada Nuit Debout se ha encendido y, sin saberlo, ya es un faro.

El detonante han sido las políticas de recortes que propone el presidente francés, el socialista François Hollande, que no abundan sino en la ineficaz e injusta receta de la austeridad. Entre 2015 y 2017, el Ejecutivo plantea recortar 50.000 millones de euros en gasto público.

En los últimos meses, el Gobierno francés venía ya preparando una reforma laboral a la española, es decir, una reforma según la propuesta y criterios de la Comisión Europea, en la que se contemplan una serie de medidas semejantes a las de la reforma laboral que realizó el Gobierno español presidido por Mariano Rajoy en 2012.

En aras de reducir el déficit público y mejorar la competitividad se rebaja la indemnización por despido, se posibilita que las empresas puedan despedir si pronostican una bajada de los beneficios y se introducen medidas que tendrán un efecto precarizante en las clases medias y los estratos sociales más vulnerables.

La huelga general del 31 de marzo ha canalizado un creciente descontento ciudadano contra el actual Gobierno francés y contra la Europa de la austeridad y de los recortes, una huelga que ha terminado en las nacientes acampadas en la parisina Plaza de la República y en otras ciudades francesas.

Son días emocionantes para quienes participan en esta nueva ilusión colectiva. A muchos de nosotros nos recuerdan a aquellas noches en la Puerta del Sol que iniciaron una etapa de protagonismo popular y ciudadano.

Que la ciudadanía tome la palabra en las plazas públicas es síntoma de que existe un músculo democrático que ejerce su derecho a deliberar sobre los asuntos de Estado. Que haya una orden de desalojar la plaza cada noche, explica la causa de por qué la ciudadanía quiere congregarse para deliberar y es que el Estado de emergencia hizo olvidar otra vez más las urgencias de la democracia.

Quizá ocurra como decía El Roto al calor del 15-M: "Los jóvenes salieron a la calle y súbitamente todos los partidos envejecieron". Soplan vientos de esperanza para quienes piensan que las cosas pueden ser de otra manera.