Dominio público

Elogio de Alberto Garzón (y la buena gente de IU)

Miguel Guillén Burguillos

Politólogo

Miguel Guillén Burguillos
Politólogo

Que Alberto Garzón sea el líder político nacional mejor valorado no es casualidad. Según los datos de la encuesta publicada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) hace unos días, Garzón es el único que aprueba, con una nota de un 5,23. Todos los demás líderes nacionales suspenden. Un dato muy importante. Un dato a tener muy en cuenta de cara a la segunda vuelta del 26 de junio, porque no es moco de pavo contar con el líder mejor valorado en tu candidatura. Y ese líder, a día de hoy, no es otro que Alberto Garzón, militante de Izquierda Unida (IU).

El político malagueño ha tenido que luchar contra viento y marea. En su casa y fuera de ella. Y ha conseguido resistir en un entorno absolutamente hostil. El casi un millón de votos conseguido por IU en las pasadas elecciones generales tiene un mérito que creo que no se ha valorado lo suficiente. Y gran parte de ese mérito es de Alberto Garzón. No solamente suyo, pero a nadie se le escapa que la imagen de Garzón ayuda (y mucho) a que una fuerza histórica e imprescindible como IU no haya acabado por convertirse en extraparlamentaria.

Pero hablemos de lo que se nos avecina. Una virtud incuestionable de Garzón es la audacia. Ha sabido leer la situación política del país desde el primer momento, insistiendo en la necesidad de confluir, de ser más, de sumar. Porque sin suma no hay victoria posible. Y por fin parece que Podemos e IU, junto a En Comú Podem, En Marea, Compromís, Equo, Més, etc., confluirán para presentar candidaturas unitarias en toda España. Una excelente noticia. Porque no olvidemos tampoco que la injusta distribución de la ley electoral por circunscripciones provinciales hace que se pierdan cientos de miles de votos si se va por separado. Tengamos en cuenta que IU obtuvo el pasado 20 de diciembre solamente dos diputados (los dos por Madrid) con casi un millón de votos. Eso quiere decir que los sufragios de toda la gente que votó a IU fuera de la provincia de Madrid (más de 700.000) se perdieron. Indignante pero cierto.

La militancia de IU ya ha apoyado en su consulta que la formación concurra en coalición con Podemos y otras fuerzas políticas a las elecciones del 26 de junio. El partido morado consultará a sus bases en unos días, y todo parece indicar que se va por buen camino. PSOE y también PP ya se han puesto a temblar. Saben que la suma de las diferentes organizaciones de izquierdas puede producir un efecto multiplicador de dimensiones desconocidas. Que los medios de comunicación y persuasión afines al bipartidismo no cesen en su ataque a esta confluencia es sintomático.

Creo sinceramente que el compañero Gaspar Llamazares, alguien a quien admiro profundamente, se equivoca al no apostar por la confluencia. El otro día declaraba que ésta no le iría bien a IU. Pues bien, creo que aquí está la clave: no se trata de que le vaya bien a IU, se trata de ganar las elecciones para poder gobernar y aplicar políticas a favor de la gente común. No lo perdamos de vista. Y no se trata de hacer el sorpasso al PSOE, se trata de hacérselo al PP, como bien apunta a menudo Pablo Iglesias. No es momento de reivindicar un patriotismo de siglas. Y si hay que renunciar a ellas, ¿qué problema hay? La generosidad de ICV y EUiA en Cataluña o Esquerda Unida en Galicia marcan la senda. Dos comunidades donde se han obtenido excelentes resultados, no lo olvidemos.

Hay que agradecer el papel de Alberto Garzón y la buena gente de IU en todo este proceso de confluencia. Una confluencia que debe servir, en primer lugar, para infundir miedo a los poderes fácticos del bipartidismo (ahora apuntalado con Ciudadanos), y después, para ilusionar, multiplicar resultados y ganar. Quizá haya una sola oportunidad y sería imperdonable no aprovecharla.

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