Dominio público

Al Senado: juntemos votos, votemos juntos

Mauro Hernández

Profesor de la UNED

Mauro Hernández
Profesor de la UNED

Muchos ciudadanos —ciudadanas incluidas, claro— hemos vivido tras las elecciones de diciembre la esperanza de un cambio que orillara del poder al PP de la corrupción sistémica, los recortes para el prójimo y la parálisis política. No ha podido ser. Pero al menos se intentó.

Algo que hubiera sido del todo imposible si los resultados en el Congreso de los Diputados hubieran sido los del Senado. Allí, un sistema electoral fuertemente mayoritario, junto con la voluntad de garantizar la representación provincial, se traduce en una sólida mayoría absoluta del PP (60% de los escaños), que dura casi 20 años. Pero esta última mayoría no recogía los profundos cambios del voto que sí eran visibles en el Congreso: ni la erosión de la mayoría del PP (que perdía un tercio de sus diputados, pero apenas un 9% de senadores) ni tampoco la irrupción de los nuevos partidos: Ciudadanos, cuarta fuerza política estatal, ¡no tenía ni un solo senador! (en las generales, aunque sí dos por las autonómicas).

Como resultado, muchos ciudadanos sabemos que nuestro voto al Senado corre el peligro de desperdiciarse en la competición entre candidaturas rivales. Especialmente en las provincias menos pobladas. En Segovia, por ejemplo, desde hace 30 años el reparto de senadores ha sido siempre 3 para el PP, 1 para el PSOE. Sin embargo, con los resultados de las últimas elecciones, si se hubieran juntado los votos que fueron a los candidatos de PSOE, Podemos e IU, la proporción podría haberse invertido: tres senadores de la izquierda y uno de la derecha, algo que no se da en Segovia desde 1982.

¿Por qué ocurre esto? Porque los partidos, inmersos en la lógica de la competición, presentan candidatos rivales, el máximo número posible, y dispersan los votos en lugar de concentrarlos. Por ejemplo, si en Segovia cada una de las fuerzas de cambio (en diciembre: PSOE, IU y Podemos) hubiera presentado una única candidata a senadora, y hubiera aceptado promover el voto conjunto, la suma probable hubiera dado para tres senadoras de cambio. Pero no, se obstinan en defender sus siglas, lo que en la práctica les condena a disputar sólo el cuarto senador que les dejan los votos, esos sí concentrados, del PP. Renuncian a ganar el juego para disputarse las migajas.

¿Tan importante es el Senado? A muchos no les gusta esta cámara, creen que no sirve para nada, y que debería suprimirse. Pero de hecho, su supresión es imposible si no la aprueba el propio Senado. Cualquier reforma constitucional –de la ley electoral, de derechos sociales, de la estructura territorial del Estado— exige su aprobación en las dos cámaras. Seguramente parte de la tranquilidad de Rajoy en estos meses tiene que ver con que su partido guardaba, en la faltriquera Vuitton de Rita Barberá, la llave del Senado. Nos guste o no, el Senado es importante. Más aún, es clave para las reformas constitucionales.

Decíamos antes que no puede hacerse nada si las organizaciones políticas, que son las que presentan candidatos al Senado no se ponen de acuerdo. Lo más sencillo sería que los partidos del cambio renunciaran a presentar el número máximo de candidatos en todas las provincias. Pero incluso si eso no ocurre —y hay razones para pensar que no va a ocurrir— hay una alternativa: crear la confluencia desde abajo. Al margen de los partidos e incluso venciendo su resistencia, si es necesario.

¿Cómo? Se me ocurren varias alternativas, de más sencilla a un poco más complicada.

La sencilla es difundir un mensaje simple entre los votantes del cambio: para el Senado, vota a la vez al primer candidato del PSOE, al primero de Podemos y como tercero al segundo candidato de esos dos partidos o al primero de otro que te convenza. No garantiza que se elijan los mejores, ni se concentrará tanto el voto para el tercer candidato, pero permite marcar diferencias y sobre todo, es sencilla de aplicar.

Una solución un poco menos sencilla es crear una web por provincia que publicite a qué candidatos (son tres en la mayoría de las circunscripciones) debe uno votar si quiere cambio en el Senado. Esos nombres podrían incluso dejarse a la elección de los partidos correspondientes, y de nuevo permitirían concentrar el voto. También es sencilla, pero un poco menos.

La tercera sería algo así como hacer unas primarias "virtuales" por provincias, a través de la web. Se crearía una plataforma por circunscripción, y en ellas los usuarios podrían votar a sus candidatos favoritos. Unos días antes de las elecciones, se publicarían  resultados, y se propondría votar a los tres primeros de la lista, independientemente de sus siglas. Esta opción es más democrática, limita el margen de decisión de los partidos y permite apoyar a candidatos no por su posición en las listas sino por su trayectoria. A cambio, existe el peligro de que se manipulen con campañas de votos  masivos. Pero incluso si eso ocurriera, el resultado sería mejor que la actual alternativa: dejar que el PP siga controlando el Senado.

Personalmente, me gusta más esta última alternativa, pero reconozco que tiene inconvenientes: no sólo la posible manipulación, sino el hecho de basarse en internet, lo que parece indicar que va más dirigida a votantes jóvenes y urbanos, excluyendo a otros. Pero la penetración de la web es ya casi universal en España, y muchas personas mayores de los pueblos la usan casi con más frecuencia que los adolescentes urbanos. Por otro lado, nada impide combinar medios convencionales —incluyendo el boca a oreja— para difundir los resultados de estas plataformas.

En todo caso, aún hay tiempo para debatir cuál es la mejor opción antes de ponerla en marcha. Para buscar el apoyo de partidos u otras organizaciones. O de particulares dispuestos a echar una mano: el coste económico es pequeño, y el esfuerzo mayor debe hacerse para difundir la idea. Pero eso es hoy razonablemente fácil a través de redes sociales, cadenas de correo, o las campañas tradicionales.

Es cierto que una iniciativa como esta suscitará resistencias, incluso de quienes se beneficiarían de ella. Las inercias son poderosas y muchos preferirán seguir luchando por las migajas. Pero es posible optar al pastel entero, aunque sea a repartir.

Sabemos que hay circunscripciones —parece que en Cataluña, por ejemplo— donde las organizaciones se están poniendo de acuerdo: perfecto. Esta propuesta se dirige a aquellos casos donde los partidos de cambio no hayan sido capaces de resolver por sí solos el problema de la dispersión del voto. Se trata de ayudar, no de suplantar.

En todo caso, allí donde los partidos no se pongan de acuerdo en crear candidaturas de confluencia al Senado, hagámoslo los ciudadanos.

De lo que se trata es que que podamos juntar nuestros votos  y no tirarlos.

Este texto trata de dar a conocer y explicar las razones de una iniciativa lanzada el 28 de mayo en change.org, y dirigida al PSOE, Podemos, Izquierda Unida, En comú, Mareas, Equo y Democracia Real Ya. Si quieres conocerla, apoyarla o difundirla:

https://www.change.org/p/psoe-cambiemos-el-senado-juntemos-votos-el-26j

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