Dominio público

El voto fugado

David Cid

Coordinador nacional d’Iniciativa per Catalunya Verds

David Cid
Coordinador nacional d'Iniciativa per Catalunya Verds

Los resultados del 26 de junio están generando todo tipo de reflexiones y debates. Especialmente, como no podría ser de otra manera, se centran en gran medida en los resultados de Unidos Podemos.

Perder un millón de votos en 6 meses es evidente que invita a la reflexión. Debería ser serena, pero debemos hacerla. A la vez, también debemos mirar los 71 diputados y diputadas; nunca la gente que sufre la desigualdad y las políticas de austeridad y recortes ha tenido tanta fuerza en el Congreso.

A mi entender, buscar las motivaciones que han llevado a más de un millón de personas a abstenerse o a votar a otras fuerzas son múltiples y complejas de discernir, especialmente sin una encuesta postelectoral mediante.

Me atrevo a apuntar algunas hipótesis, sin duda subjetivas, para iniciar el debate. Desconfiemos de quien hoy establezca certezas.

En primer lugar, la pérdida de votos se concentra en ciudades, y especialmente en barrios populares. Hay desmovilización porque el cambio no es creíble. El PSOE ha matado el cambio para salvarse a él mismo. ¿Para qué ir a votar de nuevo si nada va cambiar? Hemos defendido un posible gobierno en el que solo nosotros creíamos.

En segundo lugar, no hemos marcado la campaña. Los marcos los han creado nuestros adversarios. El propio marco de sorpasso nos envía a un extremo del tablero y sitúa las elecciones como una batalla entre partidos, no para dar respuesta a la gente. Nos dibuja como una fuerza subalterna al PSOE, como si nuestro único objetivo fuese ganar al PSOE. Nosotros debemos ser una fuerza de mayorías, de izquierda, pero de mayorías. No debemos y no deben definir-nos en relación a otros. Lo viejo no es el eje derecha-izquierda, sino el debate más o menos izquierda. Construir proyecto político propio es clave.

En tercer lugar, todo hace pensar (y viendo las encuestas preelectorales) que tenemos un problema en el voto de las mujeres y de los y las mayores de 65 años. Debemos feminizar nuestra política. No puede ser un eslogan; requiere, más allá de listas paritarias, una potente agenda de políticas públicas de género, y libertades. No se trata de hacer un día un "acto de mujeres": debe ser un eje de nuestra campaña.

A la vez, o conseguimos ser vistos como una garantía para los y las mayores y trazar una alianza intergeneracional para la defensa de los derechos, o el cambio tardará más en llegar. El Brexit, sin duda aquí nos ha matado. No ha calado que nosotros somos la verdadera tabla de salvación de las pensiones públicas y el PP una verdadera amenaza.

En cuarto lugar, un grueso importante de la sociedad española ha pasado del cabreo a la preocupación. El Brexit de nuevo. ¿Lo hemos sabido leer? Quieren respuestas y creabilidad. Debemos ser creíbles también como fuerza de gobierno, y eso requiere tiempo, no solo ser percibidos como altavoz y notarios de la realidad de paro, precariedad y corrupción, que evidentemente impactan en la vida de las personas. Mucha gente está hoy en el "prefiero quedarme como estoy a la incertidumbre del cambio".

Finalmente, en quinto lugar, desde la convicción de la virtud del acuerdo con IU, su caracterización podría ser mejorable. Es un error reabrir este debate; el sistema electoral no a va a desaparecer, pero sí debemos pensar si la visualización de la alianza ha sido la más propicia.

A modo de conclusión: debate, sí; serenidad, también. Si queremos hacer política de manera distinta a los viejos aparatos partidarios necesitamos reflexión, más que ajustes de cuentas. Tenemos un espacio electoral consolidado por porcentajes de voto altísimos, siendo primera fuerza en Cataluña –como En Comú Podem– y en Euskadi, y segunda en Madrid, en Navarra o el País Valenciano.  Busquemos el voto fugado, pero sobre todo construyamos proyecto político a partir de los 71 diputados y diputadas y de los millones de personas que nos han dado su confianza. No les fallemos.

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