Dominio público

Alcalde provisional... y presidenta provisional

Tomás Gómez Franco

TOMÁS GÓMEZ FRANCO

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Calle Génova, 27 de mayo de 2007; sede del Partido Popular. Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy y Alberto Ruiz-Gallardón celebran eufóricos los resultados electorales. Estoy seguro de que hoy la ciudadanía madrileña tiene muy claro lo que pasaba por la mente de los dos dirigentes populares madrileños aquella noche, sus prioridades y sus ambiciones.

Hay que reconocer que con sus decisiones de esta semana Rajoy ha despejado cualquier duda sobre el espacio ideológico al que se dirige el proyecto político del PP: el de la derecha más conservadora, sin concesiones al liberalismo ni al centroderecha. Nada que objetar a lo que no es sino el ejercicio de sus responsabilidades como líder político que, no obstante, ha quedado claramente determinado durante toda la legislatura por el ala más radical y próxima a José María Aznar.

Pero lo que me preocupa profundamente es que la crisis del Partido Popular se ha trasladado, lo viene haciendo desde hace meses, a las instituciones madrileñas. La vida de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento de la capital se han visto gravemente alteradas por la continua rivalidad entre Gallardón y Aguirre por la sucesión del, hoy todavía, presidente del PP y candidato por esa fuerza política a la Presidencia del Gobierno. Y mientras ambos dedicaban su tiempo a la carrera sucesoria, ¿quién se preocupaba de los problemas de los madrileños? La respuesta es tan sencilla como contundente: nadie.
Esperanza amenaza, Rajoy cede y Gallardón cae. Así ilustraba ayer su portada Público. Apenas han transcurrido ocho meses desde las últimas elecciones autonómicas y hace cuarenta y ocho horas tanto el alcalde como la presidenta habrían sido ayer capaces de casi todo con tal de avanzar un paso en su carrera personal hacia el liderazgo de los populares. Uno ganó y el otro perdió, así lo declaraba Alberto Ruiz-Gallardón, pero todos hemos podido comprobar qué era para ambos lo realmente importante y cuáles son sus planes inmediatos.

Y sus planes inmediatos coinciden en un punto, ya que ambos han pasado a un estado de absoluta provisionalidad. Los dos esperarán a los resultados del 9 de marzo para decidir el rumbo de sus vidas políticas o incluso, si es el caso, el abandono de la actividad pública, aunque una lo diga en privado y el otro en público.

Mientras, la situación de la sanidad madrileña empeora, la aplicación de la Ley de Dependencia y de las medidas impulsadas por el Gobierno de España en materia de vivienda se retrasan, los servicios públicos se deterioran y el ‘caso Guateque’ pone sobre la mesa una trama de corrupción que jamás podría haber existido si se hubiera gobernado con la mínima diligencia exigible el Ayuntamiento de Madrid.

Las instituciones madrileñas y, sobre todo, las personas que habitan en nuestra región no se lo merecen. No cabe duda de que la actividad política exige ciertas dosis de ambición, personal y colectiva, pero no hay nada más opuesto al ejercicio de la cosa pública que la irresponsabilidad o la falta de respeto. Si tanto Aguirre como Gallardón acudieron el pasado 27 de mayo a las elecciones autonómicas y municipales con la idea de pasar en menos de un año a la política nacional, abandonando sus compromisos institucionales con Madrid, ¿no estaban engañando a toda la ciudadanía madrileña?

Y cuando Esperanza Aguirre, como si de una partida de mus se tratase, echa un órdago y utiliza a todos los madrileños y madrileñas como amarracos, ¿no está faltando al respeto que se merecen ciudadanos y ciudadanas?

Y cuando ambos dejan de dedicar su tiempo a las instituciones que presiden para invertirlo en su futuro personal, perjudicando así a todos, al verse afectado el buen funcionamiento de las instituciones y los servicios que de ellas dependen, ¿no están actuando de manera irresponsable?

Hoy todos los españoles conocen mejor en qué consiste el proyecto político del Partido Popular. Si había alguna duda y no creo que hubiera muchas tras toda una legislatura dedicada a fomentar la crispación y el enfrentamiento, las decisiones que ha comenzado a hacer públicas Mariano Rajoy sobre quiénes le acompañarán en las listas al Congreso de los Diputados y el Senado, las están disipando. Creo sinceramente que no lo ha hecho de manera autónoma, que no hace si no responder a quien hoy por hoy controla el rumbo de los populares, al pasado.

Rajoy ha preferido a Zaplana antes que a Gallardón, el apoyo de la derecha más conservadora y de los sectores más rancios e inmovilistas de nuestra sociedad. Con todo, en unas semanas los españoles van a tener en su mano decidir qué proyecto quieren para España y quién lo va a liderar. Me preocupa Madrid, sus gentes, sus hombres y mujeres, que tienen hoy un alcalde de la capital y una presidenta de la Comunidad provisionales.

Sé que no me equivoco si pronostico que ninguno de ellos tendrá el gesto responsable de dejar paso a otros que asuman, con la dedicación y la entrega necesarios, el compromiso y el honor que representan los puestos que ahora ocupan. Pero también sé que quienes nunca se equivocan, quienes no se equivocarán el próximo día 9 de marzo, son los madrileños y madrileñas.

Tomás Gómez Franco es Secretario General del Partido Socialista de Madrid

Ilustración de Mikel Jaso 

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