En respuesta al artículo de 'Público' titulado 'El ocaso del Presidente palestino Mahmud Abbás': Sobre el artículo del periodista y escritor, Eugenio García Gascón, debo decir en carácter de asiduo lector de sus artículos, poseedores de un alto valor a nivel periodístico refiriéndome, sobre todo, a aquellos que describen desde cerca las violaciones de los derechos humanos que comete Israel contra la población civil palestina de manera cotidiana y sistemática, que me ha sorprendido el estilo de la columna arriba mencionado. Una columna de opinión bastante cargada de adjetivos que se alejan del estilo al que nos ha acostumbrado el autor y del elevado equilibrio informativo que por años ha tenido en sus escritos. Del mismo modo cabe hacer ciertas reflexiones, que no las considero de más y que tal vez pueden ayudar a tener una visión más clara y amplia de lo que ser Presidente del Estado de Palestina significa bajo el régimen del Apartheid israelí.
En primer lugar, García Gascón se refiere en extenso a Yasser Arafat y lo pinta como un claro objetor de la cercanía de Mahmud Abbás a cualquier ámbito de decisión de políticas, dada su cercanía con Israel y de ser prácticamente un agente a su servicio, soslayando la propia historia del ex Presidente asesinado por Israel, que siempre puso la vida de su pueblo por encima de cualquier otra circunstancia y tuvo en Abu Mazen a su hermano, co-fundador de Al Fateh y compañero de lucha de toda la vida.
La prueba de esto último, se ve reflejada claramente en la decisión de abandonar el Líbano en el año 1982, cuando Israel invadió ese país para dirigirse a Túnez, luego de largas negociaciones con EE.UU y algunas otras potencias occidentales que mediaron en ese sangriento período. La reflexión de Arafat en ese momento fue que era infinitamente más urgente preservar la vida de combatientes y civiles libaneses y palestinos, estos últimos, víctimas predilectas del bombardeo constante por parte de la fuerza invasora al país del cedro, además de intentar conservar lo que quedaba de esa digna capital árabe. Así y todo, y habiendo salido la fuerza militar palestina del Líbano, se produjo el crimen más atroz: el asesinato masivo de civiles en los campamentos de Sabra y Chatila, dejando en evidencia el mísero valor real de la palabra empeñada por aquellas potencias que se habían comprometido a resguardar la seguridad de la población civil que quedaba a su amparo. Cabe destacar que la fuerza invasora israelí, solo pudo avanzar 88 en metros más allá de algunos puntos de la línea verde de Beirut en 2 meses de combates.
¿Se puede acusar a un individuo de desleal por privilegiar la búsqueda de la paz de manera constante? Me parece que no. Abbás, siendo Primer Ministro designado por Arafat mismísimo, en 2003, fue uno de los principales impulsores para negociar el plan de paz elaborado por el Cuarteto (ONU, EEUU, Unión Europea y Rusia) que –naturalmente por la negativa israelí- fue al fracaso.
Tampoco son ajenos al fracaso de las negociaciones los Acuerdos de Oslo, que Israel como potencia ocupante, se ha encargado prolijamente de desbaratar y que en su letra establecían que en un periodo de transición que no superaría los 5 años, se debían crear los organismos estatales palestinos –Ministerios, Direcciones de Servicio, Secretarías, etc.- para llegar a una conciliación permanente según las resoluciones de la ONU, 242 y 338, que garantizarían una paz duradera, con el establecimiento del Estado de Palestina. Al respecto, recordemos que Yitzak Rabin, co-firmante de esos Acuerdos junto a Yasser Arafat, fue asesinado por un terrorista judío, contribuyendo a desbaratar de manera decisiva los avances logrados hasta ese momento.
Siempre ha sido la estrategia del presidente Abbas extremadamente clara, esto es: luchar hasta la realización de la paz según la legalidad internacional y las resoluciones de la ONU.
Tampoco ha sido otro que el Presidente Abbás quien ha rechazado categóricamente el llamado "Acuerdo del Siglo" que teóricamente propondrá Donald Trump, el presidente norteamericano que arbitrariamente reconoció a Jerusalén como capital de Israel en desmedro de los palestinos y, a pesar de la quita de la ayuda económica estadounidense, decidió valientemente seguir aportando a las familias de los mártires. ¿Cuántos en el mundo se han opuesto y enfrentado a Trump de manera tan categórica?
Cuántos líderes en el mundo hay que se hayan atrevido a confrontar al embajador de EEUU en Israel señalándolo como "un colono (usurpador de tierras), y "hijo de colonos", entre otros duros calificativos. A pesar de todas las presiones norteamericanas y las de Israel, junto con otros componentes de la región, de un lado, y las tentaciones y promesas económicas y financieras del otro lado, Mahmud Abbás ha sido rotundo y categórico al afirmar:"Al Quds (Jerusalén) no está en venta".
Por esta posición firme, y que no es casual, sumada a la brutal arremetida contra su persona – la que nos hace recordar el mismo método que se utilizó con anterioridad al asesinato de Arafat- por el gobierno ultraderechista israelí, que de un tiempo a esta parte alienta a los colonos judíos a lanzar una campaña que llega incluso a exigir su asesinato, con panfletos colocados a diestra y siniestra en los Territorios Ocupados que llevan su foto apuntado por una mira telescópica diciendo "Maten al financista de los asesinos".
Pragmático en la forma y muy inflexible cuando se trata de los derechos nacionales de su pueblo, según la mayoría del pueblo palestino, Abu Mazen se alza como un defensor y garante del proyecto nacional palestino y tiene, más que otros, la capacidad en esta etapa histórica para conducir este barco para llegar al puerto final de la libertad y la independencia. Vale mencionar sus esfuerzos incansables para la unidad nacional.
No ocupa Al Muqataa por alguna conciliación o "trampa histórica" como califica el autor, sino que está allí por la vía de las elecciones democráticas, las mismas a las que él convoca de manera constante, pero lo impide tanto la situación en el terreno interno como la ocupación militar israelí.
En esta columna no podemos hacer mención a todos los logros, desde la construcción de una estructura sólida del estado, a pesar del ahogamiento y asfixia de la economía nacional por parte de la ocupación israelí, la extorsión permanente en la devolución de los impuestos y tasas aduaneras que Israel no solo detiene, sino –en muchos casos- roba. No podemos mencionar tampoco todos los logros en materia de política internaciones, como los reconocimientos al Estado de Palestina (Colombia fue el más reciente, y no será lo ultimo), y ubicarlo en el concierto de las naciones del mundo, a lo que debemos agregar su participación activa en todos los foros mundiales.
Con todo eso podemos decir que sin duda que es muy injusto, o mínimamente no es justo de parte del autor o cualquiera ignorar deliberadamente todos estos logros
¿Acaso no es un gran salto político, que el proyecto de Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que presentó Egipto el 06 de diciembre 2017, consistente en anular la decisión de Trump de reconocer a Jerusalén como capital de Israel con 14 votos a favor, y solo el de EE.UU en contra? Eso llevó a los palestinos, a presentar el proyecto a la asamblea General de la ONU, para ser probado con 128 a favor. Esta misma resolución consta que " las medidas que cualquier país tome con respecto a la Ciudad Santa no tienen validez legal y ponen en riesgo la solución biestatal entre Israel y Palestina".
¿Acaso la resolución 2334 de reivindicar los derechos palestinos y acabar con la ocupación al igual que decenas de resoluciones no se considera como logro político y diplomático del mandato del presidente Abbas?
¿O no es un logro tal vez el conseguir que lugares y bienes palestinos que se consideren patrimonio de la humanidad en la UNESCO, justamente Hebrón, que sufre diariamente las atrocidades de los colonos judíos, agrediendo a la población civil palestina especialmente en la ciudad vieja, en un intento de un flagrante despojo?
Hace solo unos días, el Presidente Abbás trabajó arduamente para hacer naufragar el proyecto de resolución en contra de la resistencia palestina en la Asamblea General de la ONU, al lograr que dicho proyecto no alcance los dos tercios necesarios para ser aprobado. ¿No merece en este caso que se considere Abbas como "el primer defensor de la resistencia palestina?"
También ha sumado a Palestina a los diferentes organismos de la ONU, entre ellos la Corte Internacional de Justicia, donde presentó un pedido de juicio contra el Estado de Israel por crímenes de guerra. Es difícil que un cuasi "agente israelí" haga algo en contra de su supuesto "patrocinante".
De la misma forma, cuesta entender la idea de "caos" a la que se refiere el autor, cuando el Presidente Abbás promovió la realización de una reunión del Consejo Nacional Palestino, máximo órgano de la representación del pueblo palestino tanto en Palestina como en la diáspora, que produjo la elección del Comité Ejecutiva de la OLP en abril 2018, y la realización del congreso del Movimiento Al Fatah en 2016, principal fuerza política palestina que él lidera, lo que garantiza la continuidad de la institucionalidad y la orgánica palestina, cosas de las que el Presidente Abbás ha sido principalísimo promotor.
El autor omite, que no es menor que Palestina sea hoy reconocida como estado observador, entre los países que integran la ONU, siendo además miembro de la UNESCO entre otros muchos organismos internacionales.
Por todo esto, es difícil que alguien siente que esta muy facultado para que alegremente se destrate a un dirigente que ha privilegiado el diálogo constante, la negociación y la vía no violenta para alcanzar el máximo objetivo que es el retorno, la independencia, la autodeterminación y la soberanía palestinos.
La resistencia pacífica es un camino válido, para un pueblo vive bajo un régimen de Apartheid a pesar de las voces que claman rebelión, sobre todo cuando el dolor, el desamparo y los muertos los padecen otros, allá lejos. La vida es sagrada para todos donde quiera que se encuentren. Palestina merece coronar su lucha cotidiana con la conformación de un estado soberano según reza la legalidad internacional. Y es sin duda el Presidente Mahmud Abbas, quien está llevando adelante este sagrado propósito como líder de su pueblo.
Comentarios
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