Dominio público

¿Qué buscan con unas nuevas elecciones?

Toni Valero

Coordinador de IU en Andalucía

Pedro Sánchez y Albert Rivera se estrechan la mano tras la firma del acuerdo de investidura de 2015. EFE/Chema Moya
Pedro Sánchez y Albert Rivera se estrechan la mano tras la firma del acuerdo de investidura de 2015. EFE/Chema Moya

El departamento de estudios del FMI vaticina una caída del crecimiento económico en el 70% de la economía mundial, siendo notable en EEUU, Europa y parte de Asia. Este tsunami llegará.

Por otra parte, hemos sabido que Albert Rivera ya sí se apresta a apoyar una investidura de Pedro Sánchez. Da por hecho algo para nada seguro, que obtenga escaños suficientes para ello. En todo caso, Pedro Sánchez ha dicho, en un acto de precampaña, que ellos no miran ni hacia la izquierda, ni hacia la derecha, que miran hacia delante.

Estas dos noticias tan dispares, encajan bien si observamos con perspectiva la coyuntura que se abre. Va a tocar afrontar una recesión económica, en la que los poderosos no querrán ver disminuidas sus tasas de beneficio, y, a la par, conseguir una gobernabilidad y estabilidad convenientes para cerrar una crisis de régimen que está en sus estertores.

El hacia delante en el horizonte del PSOE es conseguir los apoyos disputados entre PP y Cs, o lo que quede de éste. Con ellos, atreverse con esas reformas estructurales de las que no hablan, entre otras, de la ley electoral y de las pensiones.

Sí, ciertamente, es una sensación déjà vu. Pero hay nuevos factores agravantes. El primero es la existencia de una ultraderecha en las instituciones y cada vez más normalizada en la sociedad. Es el somatén ideológico para tiempos revueltos. El segundo es la fragmentación del espacio de la izquierda en el que surge un nuevo actor, ya se verá con cuanta fuerza, con ánimo de apuntalar  al PSOE y, como consecuencia, sacar al bipartidismo de su larga crisis. Tutto a posto para el plan Margallo, aquel que tanto él, como Alfredo Pérez Rubalcaba y Miquel Roca defendieron para reformar la Constitución en clave restauradora con un nuevo encaje para Cataluña. Estabilidad para las camarillas del régimen apostadas en Zarzuela y en los consejos de administración del IBEX durante dos o tres décadas más, cuanto menos.

Por las alturas tienen esa hoja de ruta. Por abajo, nos dice el último informe de Cáritas que "el empleo ya no garantiza unas condiciones de vida dignas" y, entre otras cifras alarmantes, que solo en Andalucía hay 1,5 millones de personas en exclusión social.

Las nuevas elecciones se han convocado porque se requiere cambiar la aritmética parlamentaria en el Congreso y, si pueden, incluso a los actores. Ya han conseguido corregir a Pedro Sánchez, que no mira a la izquierda, solo hacia delante; han quebrado a base de encuestas y deserciones a Albert Rivera; y han puesto en el carril de hombre de Estado a Pablo Casado.

Solo les queda debilitar, mediante la fragmentación y un nuevo reparto de papeles, al campo popular, a la izquierda transformadora. Quieren una izquierda para la restauración del régimen, no una izquierda rupturista que quita el sueño a Pedro Sánchez por exigir la regulación del precio de los alquileres, el aumento de salario mínimo o la derogación de la reforma laboral. Estas elecciones son para echar a un lado a Unidas Podemos. La agenda neoliberal pendiente, la reforma constitucional y un nuevo consenso fundacional para las próximas generaciones no prosperan con un espacio político impugnatorio con la fuerza electoral y social de Unidas Podemos. Es el quid de la cuestión para explicar la repetición electoral y, en perspectiva, la larga crisis de gobernabilidad en nuestro país.

Ante este proceso electoral, en primer término, Unidas Podemos debe traducir el hartazgo del electorado en indignación, movilización y voto. Los poderes fácticos han operado buscando nuevas elecciones bajo el supuesto de una desmovilización del voto popular, frustremos ese objetivo. En segundo término, debemos hablar de los problemas de la gente, no de los problemas de quienes se presentan a las elecciones. Quieren a Unidas Podemos enredada en debates endogámicos, pero nuestra función es poner en la agenda de campaña el despoblamiento del medio rural, la precariedad laboral, el deterioro de los servicios públicos, una economía al servicio de los cuidados, el precio de los alquileres, etc., etc. Tenemos lo que otros no tienen: una propuesta para un nuevo modelo de país.

En tercer término, hemos de transmitir certezas a nuestro pueblo, dar seguridad de que si viene una recesión económica seremos el dique de contención a los recortes sociales. Somos y seremos la salvaguarda del pueblo trabajador cuando al resto les tiemblan, como les temblaron, las piernas ante los poderosos. Cuando toque pagar la factura no permitiremos que lo hagan los de siempre. Y, en cuarto término, visualicemos la división real entre los campos y actores políticos. Aquellos que defendemos la soberanía popular frente a quienes dejan las decisiones en manos del mercado.

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