Dominio público

Crisis en Chile: ¿Dónde está el piloto?

Luis Nitrihual Valdebenito

DOCTOR POR LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID. ESCRITOR, ACADÉMICO Y VICEDECANO EN LA UNIVERSIDAD DE LA FRONTERA, SUR DE CHILE.

Velas en la calle colocadas por los manifestantes en Santiago de Chile. REUTERS/Ivan Alvarado
Velas en la calle colocadas por los manifestantes en Santiago de Chile. REUTERS/Ivan Alvarado

Los antecedentes son brutales. En casi un mes de movilizaciones, el último reporte del Instituto de Derechos Humanos de Chile da cuenta de mas de 200 mutilaciones oculares. En algunos casos se trata de la pérdida de un ojo y en otros, directamente de la ceguera. Otros datos concretos: 23 muertos; 2000 personas heridas; 192 hombres y mujeres sometidos a torturas; 52 querellas por violencia sexual, detenciones de menores de edad, inusitada violencia y agresividad de la policía.  Un record funesto, pues en el caso de quienes perdieron sus ojos son jóvenes que se han estado manifestando desde el 17 de octubre para conseguir una Nueva Constitución, a través de una Asamblea Constituyente.

Hace apenas unos días, un audio filtrado del General de Carabineros Mario Rozas daba cuenta de la decisión de apoyar a su tropa de manera irrestricta: "a nadie voy a dar de baja por procedimiento policial", señalaba de manera tajante. Dos cosas se pueden señalar de esta filtración, lo primero es obviamente la ausencia de una mirada que de cuenta de respeto a los derechos humanos y aplicación de mínimos protocolos de buen trato. Lo segundo es la falta de cohesión interna dentro de la misma institución. Tras este audio, grave dada la situación de violencia salvaje por parte de la policía, el gobierno ha guardado un riguroso y agraviante silencio. Piñera se concentra en cambio en los hechos de violencia ejecutados por delincuentes que, aprovechando los masivo del movimiento social, han saqueado y quemado lugares a lo largo de todo Chile.

Es necesario contextualizar como el General Rozas llegó a su cargo. La crisis de las instituciones en Chile tiene una larga data, se inicia apenas recuperada la democracia en 1990. Sin embargo, tanto la iglesia como Carabineros de Chile mantenían una gran valoración entre la ciudadanía hasta hace apenas un par de años. Los abusos sexuales, en el caso de la iglesia católica, destrozaron a esta institución. En el caso de Carabineros, un fraude por un monto cercano a los 35 millones de dólares, hechos sostenidos en el tiempo mediante asignaciones irregulares, licitaciones arregladas, etc., produjo un desplome de la credibilidad de una de las pocas instituciones que extrañamente permanecían en pie.

Producto de esta debacle y de la crisis de violencia en el sur de Chile, que hace exactamente un año terminó con el asesinato, por parte de Carabineros, del comunero mapuche Camilo Catrillanca, la institución policial fue descabezada. Tuvieron que acogerse a retiro un grupo generales en línea directa de sucesión al mando. La consecuencia final; termina asumiendo como director, Mario Rosas, un general, como ha señalado la reconocida periodista Mónica Gonzales, de escritorio. Un general con muy poca experiencia en terreno y que ha demostrado una falta de conducción que lo convierten en peligroso para la seguridad de las y los chilena/os.

Lo que se muestra en redes sociales y en televisión en evidente. La policía parece haber salido directamente desde la casa orates. Golpeadores sin sentido, "gaseadores" de espacios con niños y enfermos. Policías que están hipotecando el futuro de su propia institución. ¿Quién tendrá confianza en Carabineros luego de ver sus actuaciones irracionales? Por ahora, vamos sin timón y en el delirio violento de policías que han mutilado el futuro de Chile.

El general Rozas tiene los días contados al frente de la institución. La crisis de Derechos Humanos está comenzando y arrastrará al presidente Sebastián Piñera y a sus generales al fondo del abismo político.

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